12 noviembre 2005

Ataque de glamour. Ford StreetKa y Bruce Oldfield

Como antítesis del gran coche, depredador de la ciudad y la carretera, que fue el totem y el dios de los años centrales del siglo XX (coches como el Ford Mustang Fastback en Estados Unidos, y quizá los diversos Mercedes S y SL en Europa), en los últimos años del siglo XX, me atrevo a decir que como consecuencia de vehículos como el Authi Mini, el Renaul 4 y 5 y el Peugeot 205, los vehículos pequeños se han convertido en una suerte de contrapunto a aquella visión del gran coche como referencia. Los coches pequeños son símbolo de la sociedad moderna, masificada, escasa de espacio, con urbanismos caóticos y a caballo de la pobreza y el capricho. Probablemente son los últimos coches que van a ser vistos como una alternativa mejor al mundo, antes de que el automóvil pase a ser visto por completo como un enemigo mundial. Por ello, los diseñadores y los publicistas fijan sus ojos en estos productos. Como referencia de la modernidad y la juventud, y como principal artículo en los objetivos de ventas

La importancia iconográfica de los coches pequeños en la sociedad actual hace que sean los preferidos a la hora de realizar intervenciones a caballo de dos mundos, entre la moda, el diseño y el comercio. Si Warhol o Calder plasmaron sus pinturas sobre rugientes y poderosos BMW de carreras, hoy en día priman otros intereses.

Es el caso del experimento realizado entre Ford, el diseñador Bruce Oldfield y el director Jonhatan Frakes. Para el remake de "Thunderbirds" se realizó una serie especial del Ford StreetKa, decorado totalmente en Rosa, que sería el coche de Lady Penélope. En el proyecto de Ford, se incorporó la posibilidad de diseñar un vestido con algunas piezas del Ka recién preparado, para lo cual se recurrió a Bruce Oldfield, reconocido modisto británico de larga trayectoria en el mundo de la alta costura, y que ha trabajado para varias familias reales.

El resultado fue el de la fotografía, un vestido con un corsé de fibra de vidrio, falda y sombrero realizado con los materiales de recubrimiento, y animado por algunos mazos de cables de la electrónica del Ka. El vestido, destinado a ser subastado, fue valorado en 15000 libras.

Asi, un coche auténticamente de capricho y bastante poco asequible, como el StreetKa, actor de una película, y a partir del cual un modisto de alta escuela crea un vestido que tiene poco de interesante y mucho de barraca de feria, para ser subastado, eso si, en esas subastas benéficas donde las familias de la nobleza compran su imagen caritativa. Mi interés en este blog es atender las diversas intersecciones entre manifestaciones artísticas y creativas y el mundo del automóvil. Pero eso no garantiza que éstas tengan interés artístico ni creativo. Este es un buen caso.

*Información obtenida a partir de http://www.seriouswheels.com/top-Ford-Streetka-Dress.htm

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tus halagos Federico, espero que te pases habitualmente por este pequeño rincón cibernético dedicado a los coches y el arte.

Respecto al artículo del Ford Ka "Thunderbirds" y el vestido de Bruce Oldfield, quizá la idea que quería transmitir está un poco confusamente expresada. Yo también creo que el automóvil es un concepto de larguísimo recorrido, y que, tanto llevando el motor de explosión a sus máximo desarrollo (combustibles biológicos y no-contaminantes) como mediante las energías alternativas (electricidad, pila de combustible, hidrógeno), al automóvil le queda mucho camino por recorrer. Sin embargo, la preocupación que mostraba va más bien por el impacto del automóvil en la sociedad y en el urbanismo. En la actualidad la dependencia social del automóvil como herramienta es cada vez mayor en Europa y sobre todo en España, donde las ciudades se hacen más y más extensas y con pésimas redes de transporte público. El porcentaje de coches por habitante es cada vez mayor, y cuando se producen grandes desplazamientos por vacaciones ninguna red viaria puede soportar tal densidad de tráfico. Leí en una ocasión que en Manhattan entran a diario entre cuatro y seis millones de coches, lo cual es un auténtico delirio. Asi que, aunque algunos chalados seguimos disfrutando con la conducción, con el gorgoteo de nuestros motores a relantí, o sencillamente contemplando una bella carrocería, el automóvil, como parte de la sociedad, causa casi tantos problemas como los que resuelve, al menos en el medio urbano. El medio rural es otra cosa, desde luego. Hasta tal punto llega la cosa, que en algunas ciudades como Londres se está implantando el delirante "Peaje urbano", que es algo como pagar por circular por el centro de la ciudad. Y las peatonalizaciones de los cascos viejos de las ciudades son cada vez más frecuentes. Dicho de otra manera, el automóvil es una herramienta valiosísima, pero algunos también ven en él una amenaza para la calidad de vida. Ese era el sentido de ese comentario.
Saludos