04 febrero 2007

Arte para un Hot Rod solitario

Una de las claves más comunes en las que se codifica la conexión entre automóvil y cultura popular es el estilo rocker. La música de los 50 y 60, los tupés, las cazadoras vaqueras, Grease, y todas sus secuelas y consecuencias, es algo indisolublemente ligado a la imagen de grandes coches americanos, y de nombres con especial musicalidad, como Chevrolet o, cómo no, Cadillac. Dicho en pocas palabras, cuando uno habla de automóvil y música, casi con cualquiera al que se le pregunte, las dos primera respuestas son casi unánimemente, el tuning y el Bakalao, y los grandes coches americanos y el rock.

Hace algún tiempo, había propuesto a Marcelino, hacer un artículo conjuntamente sobre los coches y la música de la segunda mitad del siglo XX, desde dos puntos de vista: los coches en las canciones (letras, inspiraciones, referencias...), y los coches en las portadas y encartes de los discos. Es evidente que la influencia de este objeto de diseño fundamental del siglo XX ha sido grande sobre muchas creaciones musicales de otro de los iconos culturales clave del siglo XX, la música Rock y Pop. Desde la Harley con la que el cantante de Motorhead se sube al escenario a montar su numerito, hasta el Cadillac de Chuck Berry, o el Eliminator de Billy F. Gibbons, de ZZ-Top, o con canciones emblemáticas como el himno que compuso Loquillo bajo el melancólico signo de un Cadillac solitario.

Pues el sábado, pasado, Ignacio López Palacios, periodista, se nos adelantó. Bajo el título “Portadas a cuatro ruedas”, un buen artículo en El País del 3 de Febrero (página 20, suplemento de Motor). La selección de veinte portadas de la historia de la música del siglo XX servía a López para trabar un rápido pero preciso panorama de la presencia de los coches en las portadas de los discos. Una rápida revisión iniciando en la tendencia de los grandes astros del blues a retratarse con sus cochazos recién adquiridos, símbolo de prosperidad (algo que imitan, conscientemente o no, muchos de los astros, o lo que sean, del Hip Hop y el Rap), para ir hasta los coches como elemento opresor, como en el disco debut en solitario de Peter Gabriel, en 1977. Portadas magníficas, como la de Donald Byrd en A new perspective con su Jaguar E, otras influidas claramente por el arte Pop, como la de Be Here Now, de Oasis (1997), y otras de discos fabulosamente influyentes como la de Autobahn, de los míticos Kraftwerk, o de músicos incalificables en discos contundentes, como el Eliminator de ZZ-Top (1983) en el que aparece retratado el Ford Hot Rod de 1934 del propio cantante. Por último, la foto que ilustra el artículo, es la ilustración de Stanley Donwood (alias de Dan Rickwood) para el single "No surprises" del maravilloso "OK computer" de los potentes Radiohead.

Evidentemente, la lista podría ser interminable. De mi cosecha aporto un par más. El Alfa 164 en el que se apoya Geike Arnaert, la vocalista de Hooverphonic en Hooverphonic presents Jackie Cane, con un Porsche 911 al fondo, y el magnífico dibujo de una furgoneta en medio de un amanecer en La canción de Juan Perro, de Radio Futura, uno de los mejores discos de la historia de la música española. Como el arte no conoce barreras, conviene conocer que este dibujo es obra del arquitecto y pintor Juan Navarro Baldeweg uno de los nombres fundamentales de la pintura y arquitectura española del último tercio del siglo XX. En torno a esta obra de Radio Futura hubo también una interesante colaboración con el dibujante de cómic Max (un clásico de El Víbora), que hizo un muy buen relato inspirado en El canto del gallo, la canción que cierra el disco.

Y la lista podría ser interminable si acudimos a las letras de las canciones. Pero eso será ya otra historia, y seguro que Marcelino nos ilustra debidamente. De momento, me parece magnífico que el artículo de Ignacio López ocupase una doble página a color un sábado en un diario de tirada nacional e internacional como El País. Los encuentros entre el arte y el automóvil no son producto de una alucinación de unos pocos, y si lo son, bien merecen ser, como diría Franz Cumont, estudiados.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Otro capítulo pero más corto podría ser el de las bandas que adoptan nombres de marcas de coches. Es anecdotico pero no deja de tener su gracia como el caso de Los Mustang o de Cadillac, la banda que creo Guzmán para versionear a esos grupos de pop sintetizado que se estilaban a principios de los 80. Para mí es especial el caso de Los Fabulosos Cadillacs pues tome conciencia de ellos antes de conocer incluso la importancia simbólica y representativa que un cadillac suponía.

Interesante repaso a las portadas. Como comentas, las hay y bien grandes. Últimamente, es desde el hip hop y desde el country donde más gusta retratarse al lado de grandes coches. Y los video clips son una prolongación de ese gusto, pues si los raperos hacen un verdadero ejercicio de conquista del espacio al meterse doce en un buga, los vaqueros no pierden una para salir conduciendo aparatosos descapotables al lado de rubias cowgirls en sus road movies de mermelada.

Anónimo dijo...

de las letras de canciones me quedo con el Chevrolet del repartidos de coca-colas que atropelló a Kas, la chica más guapa dela ciudad