23 octubre 2008

El bloque del Belvedere


Al final, salió a la luz. El Plymouth Belvedere enterrado en 1957 en Tulsa fue desenterrado esta semana, y presentado en público ayer, en un ambiente mezcla de decepción y expectación. Como se ha ido leyendo en algunas web en los últimos días, como en Historias del Motor, el silo en el que se había guardado el Plymouth fue abierto el jueves, para encontrar la sorpresa desagradable de que el agua había encontrado su camino durante cincuenta años en el Centennial Park para inundar parcialmente el alojamiento en varias ocasiones. Cuando el coche fue totalmente desenterrado, se descubrió que aún había agua cubriendo el lugar hasta los ejes más o menos, y con restos evidentes de haber estado totalmente cubierto durante mucho tiempo.Pero el espectáculo continuó, y finalmente el coche fue presentado ayer en el auditorio, como estaba previsto, aunque con algunos cambios sobre el guión. No se pudo poner en marcha, porque el agua y el lodo había inutilizado el bloque. Los objetos que se habían depositado en el interior del coche en el acto de 1957 habían quedado reducidos a arena, podridos por el agua, y la cerveza que se puso en su maletero, mezclada con el agua, había recorrido todo el coche tambien. Boyd Cuddington, y los responsables del acto, quedaron más o menos de acuerdo en que, aunque una restauración del bloque para hacerlo funcionar sería técnicamente posible, lo mejor es dejar el coche como está en estado de pieza de museo, y exponerlo en algún edificio público de la ciudad en medio de debidas medidas de conservación.Respecto a la cápsula del tiempo que fue introducida en su día en el coche, es lo único que ha resistido el agua y el lodo con dignidad. En su interior se encontraban las papeletas (no microfilms como se creía) de un curioso concurso en el que se intentaba averigüar la población de Tulsa en 2007. Sin embargo, el ganador de este concurso no se hará público hasta el viernes 22.La historia del coche enterrado de Tulsa es algo más que una anécdota del telediario de la 2. Después de todo, este coche es un magnífico representante de una sociedad, una estética y una filosofía del mundo en la que se pensaba, con total convicción, que en 2007 las ciudades no tendrían coches sino artefactos voladores. La sociedad de la carrera espacial, del auge de los OVNI, y de la época dorada de la ciencia ficción. Así que si nosotros nos sentimos un tanto decepcionados al no ver aparecer en el agujero un reluciente Belvedere dorado, quizá el pobre Plymouth se sintió decepcionado también al ver que en las ciudades del "futuro", al contrario que en los sueños de quienes lo construyeron, seguía habiendo suciedad, carencias, contaminación, coches rebosando en las calles, edificios convencionales, y que no volaba sobre ellas más que algún que otro avión comercial. De manera que el Plymouth quedará como un resto erosionado de otro tiempo, que habrá que acostumbrarse a ver así. Después de todo, la visión que tenemos de todo el patrimonio del pasado, como las catedrales góticas (a las que se hace referencia en un comentario al artículo de David), no es sino una imagen adulterada, algo que no se corresponde con la realidad original, sino más bien con una interpretación estética hecha desde el presente y diferente en cada momento histórico. Y este aspecto erosionado, se transforma más bien en un símbolo, de gran potencia estética, del paso del tiempo. Como ese grabado de un terrible Chronos de dientes afilados, hincándole el diente al torso... del Belvedere.

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