22 octubre 2008

¿Sueñan con el diablo los coches enterrados?


Hace poco, a través de un comment en un magnífico post en Motorpasión, he conocido un blog que me había pasado inadvertido hasta ahora, Historias del Motor. Y en él (internet es una mina) he dado con una de las historias más extrañas y a la vez sugerentes que he conocido en torno a un coche, la historia del coche enterrado de Tulsa.

Hace cincuenta años, con motivo de la celebración de los 50 años de la ciudad, el consejo de Tulsa decidió dejar un mensaje a los habitantes de la ciudad del futuro. En 1957, el mundo, y particularmente los Estados Unidos, vivían envueltos en una nube de especulaciones fabulosas acerca del futuro. La carrera espacial, el presunto incidente de Roswell en 1946 que tanto despertó la imaginación, o la literatura de Asimov o Bradbury (magníficas "Crónicas Marcianas", 1946 y "Farenheit 451", 1953) fechas como el año 2000 resultaban exóticas y excitantes. Un futuro en el que los coches no tendrían ruedas, o en el que las ciudades estarían en la luna (el metro cuadrado de vivienda en algunas ciudades ya casi lo está, ahi no fallaron mucho...) Este tiempo, en el que también los coches comenzaron a sufrir la influencia estética de las grandes máquinas voladoras que lanzaban al espacio los pequeños y primitivos satélites, pero sobre todo de los comic y de la ciencia ficción, con sus grandes colas traseras, morros con aspecto de turbina, etc.

Pues bien, la idea fue enterrar un coche, repleto de información y referencias a la ciudad de 1957, para ser desenterrado con motivo del centenario de la ciudad... en 2007. Incluso el coche fue dejado con gasolina en el depósito, y algunos mapas de viaje de la época. El modelo elegido fue un Plymouth Belvedere, lo cual para los habitantes de la ciudad en aquel momento fue probablemente una pena (un precioso Belvedere dorado y blanco). Pero para nosotros, eso significa un poco más. Porque fue precisamente un Plymouth Belvedere el modelo elegido por Stephen King para su relato de 1983 sobre un coche endemoniado asesino "Christine", llevado al cine por John Carpenter ese mismo año. Dice Stephen King que la idea de escribir Christine le vino cuando una noche vió exactamente el momento en el que el cuentakilómetros de su coche pasaba de 9999,9 millas a 10000, y pensó qué pasaría con una historia en la que el cuentakilómetros de un coche descontase en vez de contar. Sin embargo, me resulta difícil creer que King no conociese la historia del coche enterrado de Tulsa, y que fuese una casualidad la elección de este modelo. Por cierto, que uno de esos Belvedere usados en la película fue subastado no hace mucho en Ebay, como dejaron visto nuestros compañeros de Motorpasión

Así que en el coche enterrado de Tulsa, se juntan historias que tienen que ver con la fantasía del futuro, con los mensajes ocultos, con los regresos al futuro, y también con los coches zombis que salen de sus agujeros para cometer sus diabólicas fechorías... Toda una mina de temas muy interesantes en torno a la historia de un automóvil... enterrada algunos metros bajo tierra.

Ah, la exhumación del Belvedere tendrá lugar en Junio de este año

* Vía Historias del Motor

Addenda: Poco después de escribir este post, me he enterado de que en el Centennial Park de Tulsa hay además enterrado otro coche, un Plymouth/Chrysler Prowler, que será desenterrado en 2048. Curiosas tradiciones las de Tulsa...

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