Lo bueno (y lo malo) de sentirse cliente de una librería es que, aparte de los libros que uno rastrea en búsqueda presencial, o bien por Internet, de vez en cuando te llega un correo amistoso diciéndote "Me ha llegado algo que creo que te interesará", lo cual suele ser una invitación a compartir intereses y curiosidades. Así me sucede con la Librería Antígona, y así ocurrió cuando Julia y Pepito me avisaron de un libro que les había llegado, "Go Faster", de Sven Voelker, en la editorial Gestalten. "Go Faster" es una obra del artista y diseñador Sven Voelker, en la que cuenta, a través de un proyecto personal con coches en miniatura, una breve pero sólida historia del diseño gráfico sobre los automóviles de carreras. Uno de esos "libros objeto", que tanto nos gustan a algunos, pero además lleno de contenido, incluso en un texto relativamente corto.
El diseño gráfico de los coches de carreras tuvo, durante más de medio siglo, una función meramente práctica: identificar al coche desde el borde de la pista. De esta manera, desde la mítica carrera Gordon Bennett (embrión de las 24 horas de Le Mans), los pilotos, que entonces competían individualmente sin más identificación que la de los países a los que pertenecía el fabricante, vieron sus coches cubiertos de colores sólidos y fácilmente reconocibles. Los coches italianos (Alfa, Lancia...), corrían pintados de color rojo, los franceses (Bugatti, Delahaye, Mors...) de azul intenso, los alemanes (Mercedes, Auto - Unión...) de blanco, y los ingleses (Bentley...) de verde, dado que todos los colores de su bandera estaban ya utilizados. Esta identificación es tan intensa que, aún hoy, los fabricantes de estos países tienen estos colores como preferentes en su imagen corporativa, y a menudo cuando se presentan nuevos modelos o prototipos aún se recurre a ellos.
Con el paso del tiempo las exigencias de la competición comenzaron a incorporar nuevos elementos a las carrocerías de los coches de carreras. Dorsales, banderas, nombres... y también los coches comenzaron a variar sus formas. De los enormes monstruos devoradores de asfalto de los primeros años, que requerían siempre la presencia de un mecánico junto al piloto, se pasó a los monoplazas, cuya menor exigencia de espacio permitía carrocerías más afiladas y estrechas con forma de puro o torpedo. El diseño de los automóviles era una superficie cambiante en la que rara vez se incorporaba algo más que el dorsal o algún pequeño mensaje escrito por el piloto o el equipo más con fines propiciatorios que de otro tipo.
Pero el diseño gráfico ya estaba presente en las carreras, en la manera de la publicidad y cartelería que se incorporaba a las carreteras y pueblos al paso de los pilotos. En el periodo anterior a la Segunda Guerra Mundial, las competiciones se celebraban fundamentalmente en carreteras convencionales, en circuitos de gran longitud que atravesaban pueblos, puertos y zonas diversas. La mencionada Gordon Bennett, o las míticas Mille Miglia son carreras legendarias de este periodo del cual en nuestros días el único recuerdo que queda son las carreras de 24 horas, especialmente la de Le Mans, algo que es más que una carrera y que no se parece a ninguna otra que se celebre en la actualidad. En estos inmensos circuitos abiertos comenzó a explorarse el diseño gráfico en los bordes de la carretera.
Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, las carreras comenzaron el lento camino hacia lo que son ahora. Las competiciones abandonaron paulatinamente las carreteras abiertas para ir siendo sustituidas por los circuitos permanentes (aunque con largos kilometrajes), lo cual fue un paso decisivo hacia la sistematización y profesionalización de las carreras. Poco a poco se fueron incorporando patrocinadores permanentes y equipos privados, y el sistema de competición por
países fue dando paso a los eq uipos, oficiales y "privados", de los fabricantes, lo cual abría la puerta a muy diferentes combinaciones y posibilidades de patrocinio.
No obstante, si bien los años 50 (recordar que la Fórmula 1 se creó precisamente en 1950) y parte de los 60 fueron un periodo en el que el diseño gráfico en las carreras fue esencialmente sencillo, limitado a patrones geométricos como líneas rectas o curvas que tenían como misión identificar a los coches en pista, a partir de mediados de los años 60 el panorama cambió dramáticamente. La televisión, la difusión masiva de las carreras y el amplio mercado que ofrecían, abrieron la puerta a la publicidad de modo irreversible. Esto coincide, no por casualidad, con la propia explosión del medio publicitario que, aunque había venido creciendo desde las primeras décadas del siglo XX, a partir de mediados de siglo, y particularmente en Estados Unidos, fue cobrando una importancia, complejidad e influencia sobre la sociedad que se puede
hablar de que la publicidad, tal y como la entendemos hoy, nació en este momento. Así, si bien las carreras siempre habían resultado un espectáculo con un cierto atractivo y popularidad (no exento de polémica, habida cuenta de las incontables tragedias que en cada carrera sucedían), el gran auge de la competición automovilística como evento de máxima difusión rápidamente encontró un sólido matrimonio en la publicidad para su propagación por la imaginería popular, y esto es algo que se explica particularmente bien atendiendo al cine. Entre 1966 y 1971 se rodaron las tres películas fundamentales que han explorado el género de la competición automovilística en el cine, "Grand Prix", de John Frankenheimer (1966), "Quinientas Millas", de James Goldstone (1969), y "Le Mans", de Lee H. Katzin (1971). Esto muestra claramente el interés del público en las carreras de coches, y cómo estas se convirtieron en campo abonado para la publicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario