08 noviembre 2008

De las hormigas de Texas al dragón de Terrassa. Automóvil, escultura y paisaje


El pasado domingo, volviendo de ver las Renault World Series en Montmeló con Abel y Patricia, un error al coger un desvío en la circunvalación de Terrassa nos llevó a los pies de una imponente escultura de un dinosaurio hecho con restos de coches que se encuentra en un parque de la ciudad. Inmediatamente me vino a la cabeza el Cadillac Ranch de Amarillo, Texas, y esa fue la chispa que me permitió escribir algo que hacía tiempo que tenía en mente, en torno al automóvi, la escultura y el paisaje formado por las carreteras.

El automóvil se ha convertido en un elemento importante en la construcción del paisaje del mundo moderno. De hecho, se convirtió hace ya muchos años, para bien o para mal. La transformación del espacio urbano que trajo consigo la aparición del transporte privado masivo, la intervención, a veces desastrosa, en el territorio para crear nuevas carreteras, y sobre todo grandes ejes de comunicación como autopista y autovías, o el simple marco que supone la ventanilla de un coche a la hora de contemplar un paisaje, en el que la carretera y el vehículo determinan de qué manera percibimos el paisaje que nos rodea mientras viajamos. Pero además, desde los años 70 del siglo XX, el automóvil ha pasado a formar parte del paisaje desde presupuestos artísticos, en términos de escultura paisajística, adorno en la cuneta o reclamo comercial. Algunos famosos casos, como el Cadillac Ranch de Amarillo, en Texas, tienen que ver con el Land Art y otros movimientos artísticos del periodo. Pero en realidad utilizar coches como parte de esculturas monumentales cercanas a las carreteras es una práctica bien habitual, que llega hasta el recuperado dinosaurio de Roc Alabern en Terrassa, construído con fragmentos de coches y coches enteros. Veamos qué es lo que pone en contacto a aquellos con este.


En 1986, el fallecido artista catalán Roc Alabern recibió el encargo de hacer una escultura para las fiestas de Tarrasa. El dinosaurio de Tarrasa es una espectacular estructura de varios metros de alta y de larga, posada sobre un parque junto a los cinturones de ronda de la ciudad. Justo en un punto en el que es rodeado de coches casi por todas partes, detenido como pastando en su mancha verde. La estructura está compuesta de carrocerías enteras y fragmentos de coches, todas ellas pintadas en vivos colores. El dinosaurio se asoma a la carretera con un esqueleto de coches viejos, estableciendo un mensaje sencillo y eficaz, en el que el coche es parte de algo que pertenece a otro tiempo. Pero a la vez el dinosaurio de la ciudad esta hecho de coches, y con ello se plantea una mitología particular, en la que el coche esta al principio y al final, es una importante causa y una de las peores consecuencias de la cultura urbana. No obstante, los vivos colores de la obra matizan un tanto el sentido negativo que por su concepcion y ejecución podría llegar a tener. En su aspecto actual, el dinosaurio se integra con cierta gracia en el agresivo entorno urbano repleto de celles y cinturones de ronda


Pero el dinosaurio de Alabern no es sino una muestra de algo que tiene mucha más profundidad, y que hunde sus raíces en la cultura estadounidense de la posguerra mundial, y en dos fenómenos paralelos que acabaron por encontrarse en los años 70: la cultura de la carretera, y la imagen del automóvil como icono esencial del siglo XX.


Por un lado, el automóvil, a finales de los años 60, se había convertido en el auténtico centro del universo occidental, particularmente en Estados Unidos. La incorporación de la imagen del mismo en el imaginario del movimiento Pop Art, fue una alianza perfecta, porque ambos obtuvieron gran rédito de ella. Pero otros movimientos supieron extraer partido de una relación menos complaciente con el gran icono del momento, y de ahi surgieron algunas esculturas, instalaciones y happening que calaron rápidamente en el imaginario popular. De entre las actuaciones en torno al automóvil y el paisaje urbano o periurbano, un puñado representan de la mejor manera no sólo la estética sino también el mensaje.



El famoso Ghost Parking Lot, en Hamden, Connecticut, es una interesante actuación de SITE, un grupo de arquitectos y paisajistas cuya actuación consistió en una impresionante instalación con una hilera de coches en el parking de un supermercado, que emergían del suelo cubiertos de asfalto como formando parte de la misma materia del suelo. El imponente resultado fue retirado en 2003, y en la actualidad ya sólo pueden verse fotos de la impactante instalación.



Quizá mucho más famoso que el Ghost Parking Lot, sea el Cadillac Ranch de Amarillo, Texas, una instalación de un inconoclasta grupo artístico llamado Ant Farm. La instalación consiste en diez Cadillac, desde un Club Coupé de 1949 hasta un Sedán de 1963, con el morro enterrado en tierra y dejando asomar aproximadamente dos tercios de su cuerpo en un ángulo de sesenta grados. La impactante imagen, asociada al infinito paisaje de esa parte de Texas, constituye una de las obras de arte no convencionales más populares del siglo XX. El Cadillac Ranch, una muestra crítica en torno a la sociedad y el papel del automóvil, fue, paradójicamente, movido en 1997 dos millas al oeste de su ubicación original... para escapar de la expansión urbanística de Amarillo.


Ant Farm supieron servirse del Cadillac, el icono de los iconos, para hacer críticas mordaces de la sociedad de consumo y de la información. En un Estados Unidos mucho más desarrollado que Europa en cuanto al mercado de la comunicación y el consumo, el Cadillac Eldorado era a la vez la muestra de todo lo bueno y lo malo del sistema. En una impactante actuación llamada "Media Burn", los Ant Farm estrellaron un Cadillac Eldorado transformado en una especie de coche futurista, contra un muro de televisiones ardiendo, para criticar precisamente la manipulación de las vidas de los americanos a través de los medios de comunicación. Media Burn es una de las actuaciones artísticas más influyentes del siglo XX, y como tal fue recogida para una exposición por la Tate Modern el 2007



Media Burn en Youtube:

Parte 1

Parte 2 (Cadillac Eldorado)



Las actuaciones de Ant Farm, al igual que sus compañeros SITE, tienen mucho que ver con el paisaje a la vez que con el posicionamiento social. En la misma línea, el artista fetiche de Renault, el francés Arman, construyó un potente monumento, un auténtico totem, que sería la trasposición del Cadillac Ranch a suelo europeo. En Jouy-en-Josas, Arman consturyó durante años un enorme prisma de hormigón con forma de totem en el que se encuentran incrustados 59 coches, y cuyo nombre es "Long term parking". La forma totémica del monumento de Arman añade un valor a su característica acumulación de elementos, tan en relación con la crítica al consumo realizada por Ant Farm, y pone un claro mensaje de demitificación de la adoración que, todavía en aquel momento, incluso tras la crisis del petróleo de 1973, se dedicaba al automóvil.


Inevitablemente, un referente con gran paralelismo a los ya comentados se encontraría en el artista alemán Wolf Vostell, cuya utilización del automóvil en sus creaciones es una constante. Sus coches incrustados en muros de hormigón, capturados en la inmovilidad de forma cruel, o recubiertos de un hormigón perfectamente rectilíneo que oculta sus formas y su aerodinamismo, son un canto casi opuesto al de los futuristas, e incluso Vostell se permitió reformular una de las frases de Marinetti acerca de los coches de carreras, con el lacónico "Cuando veo un coche pasar corriendo, sé que un accidente está llegando". La obra de Vostell no criminaliza al automóvil, pero sí que lo banaliza, y en cierto modo lo desactiva retirándole todo el carácter pseudo - divino que para la cultura popular atesoraba. Buena parte del legado de este artista, uno de los padres del movimiento Fluxus, se encuentra en el museo creado por el propio Vostell y su esposa en 1976 en Malpartida de Cáceres, y en él se pueden contemplar algunas instalaciones montadas a partir de coches, como "Fiebre del Automóvil" o la interesante "Fluxus Buick Piano". Pero, en lo que toca a la relación del arte de vanguardia con el automóvil, el paisaje y la escultura monumental, no hay que dejar de mencionar la impactante "Por qué el proceso entre Pilatos y Jesús duró solo dos minutos", de 1996, en la que el fuselaje de un caza de combate ensarta a dos automóviles en un gran totem de 16 metros, y la muy conocida "Coche y Hormigón", de 1976, que tiende su mano tanto al Cadillac Ranch como al Ghost Parking Lot. La obra de Vostell se presenta como la punta de lanza del arte contemporáneo, sobre todo por la trascendencia del Fluxus, y su utilización del automóvil en las esculturas monumentales y actuaciones paisajísticas establece un hito en el arte europeo, totalmente en la línea de las actuaciones de SITE y Ant Farm.


Algo de la herencia de la potente posición artística de Vostell se percibe en la magnífica serie de monumentales esculturas presentadas por Gerry Judah para el anual Festival de Goodwood (el más importante festival europeo relacionado con el coche clásico). Judah ha realizado en los últimos años una serie de esculturas homenajeando a Audi, Ford, Honda, Jaguar, Land Rover, Mercedes, Renault, Rolls-Royce, y Toyota, teniendo como característica común las grandes estructuras metálicas que despegan del verde entorno de Goodwood para llevar a los coches más míticos o laureados en competición, como en el caso del 300 SL Gullwing del monumento a Mercedes, casi a un extático descenso de los cielos. Las esculturas de Judah tienen una intención decididamente elegíaca, pero también una vocación paisajística y escenográfica que se detecta con claridad en cómo se relacionan con el castillo de Goodwood que pone el marco a la plaza central del festival. Aunque el automóvil no sufre en ellas ninguna deformación o mutilación como en el resto de los casos que hemos visto, si bien estas esculturas carecen del espíritu de transgresión y el posicionamiento teórico de las anteriores, merecen ser puestas en la mísma línea evolutiva, siquiera por su imponente monumentalidad.

Dentro de esta variopinta fusión de paisajismo, arte y automóvil, no puede dejarse pasar la iniciativa de "1 por ciento" y sus instalaciones de coches recubiertos de césped, una variante en línea de las actuaciones de Vostell y no lejos en su planteamiento, aunque ciertamente con un resultado mucho más lúdico y quizá efectista. De ellas ya hablé aquí hace algún tiempo, tras su intervención en Zaragoza: Coches en la frontera: uno por ciento en Zaragoza


Quizá en un tono menor, aunque no exento de interés, hay otros dos monumentos que, sirviéndose del automóvil como materia prima, establecen un discurso entre el paisaje, el observador y el monumento. Uno sería el curioso "Carhenge" de Alliance, Nebraska, un monumento que imita al megalítico Stonehenge del Reino Unido construyéndose a partir de viejos coches puestos unos sobre otros. "Carhenge" sería una versión lúdica y desposeída de mensaje ideológico de las actuaciones de SITE o Ant Farm, pero aún así no extena de interés. O al menos, al nivel de las docenas de réplicas de Stonehenge que pueblan Estados Unidos, desde Foamhenge (hecho de Foam) hasta Stonefridge (hecho de frigoríficos). El otro, un desaparecido monumento construído en 1989, y genuinamente "roadside art" que se encontraba hasta mayo de este año en Berwyn, Illinois, que consistía en ocho coches pinchados en un gigantesco pinchapapeles de 16 metros de alto. Las carreteras, no sólo las de Estados Unidos, estan repletas de monumentos realizados con automóviles que no son sino un canto a lo Kitsch. Pero que, igualmente, son manifestaciones de un tipo de cultura popular arraigada en el paisaje de la carretera y el automóvil. Los coches cortados en las fachadas de las gasolineras, o los coches anuncio subidos a un techo, los neumáticos formando dibujos, todo ello es el registro fósil de una manifestación popular de cultura y arte que, probablemente, se encuentra en fase terminal.


Pero eso, será contado en otra ocasión.


*Foto principal: Luismarc, http://www.ojodigital.com/foro/album-de-fotos/157940-dinosaurio-autor-roc-alabern-reportaje.html

** Gracias a Pablo Ayuso por enviarme la noticia de la escultura de Gerry Judah en Goodwood, que me permitió seguirle la pista a las actuaciónes del escultor británico.

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