08 noviembre 2008

Paseando a Miss Lillie. Clásicos de La Rioja en el Museo Würth


Los eventos, actos y proyectos en los que los automóviles y los museos de bellas artes se dan la mano no siempre suceden en las lejanas megápolis de Estados Unidos o en los tecnificados espacios de la potente Alemania. A veces, en lugares más próximos, se produce de forma magnífica y fluída ese abrazo.
El Museo Würth de Agoncillo, junto a Logroño, es un interesante y reciente espacio de arte contemporáneo puesto en marcha por Würth España. Siguiendo el modelo de gestión museística que la marca ya ha desarrollado para el museo que la empresa tiene en Alemania, junto a la planta de Agoncillo se construyó un atractivo y luminoso edificio que albergase parte de la extensa colección de arte (en torno a 11000 piezas) que ha ido acumulando con el paso de los años bajo la dirección del patrón Reinhold Würth. La exposición inaugural, Figura Humana y Abstracción: esculturas de los siglo XX y XXI, que ha mostrado obras de Max Bill, Jean Arp, Hans Hartung o Richard Deacon, cerrará el 13 de abril después de más de seis meses, con algunas obras que permanecerán en el museo como emblemas, especialmente la colosal cabeza de "Lillie", de Manolo Valdés (Uno de los ex-componentes de Equipo Crónica)
El pasado 11 de marzo, como conmemoración de la vuelta a las actividades del Automóvil Club Rioja después de dos décadas, se abrió en el Museo Würth una exposición temporal de vehículos clásicos que cierra hoy día 25, y con la que se produce también uno de esos interesantes y escasos encuentros físicos entre el automóvil y los museos. El edificio, un atractivo proyecto de Ingenieria Torrella, que ya había desarrollado otros proyectos para Würth, encontró un aliado magnífico para sus estructuras metálicas en los brillantes capós de los coches, que se miraban de reojo con la colosal "Lillie" de Valdés y su inmensa pamela. El venerable Ford T, un hermosísimo Bentley 3 litros, el Ford Fairlane que se aventuró por estas tierras, y un pasional Ferrari Mondial T que escoltaba la entrada al lugar donde se encontraban el resto de los clásicos descapotables. Junto a unos dibujos de Chillida reposan elegantemente un Jaguar, Austin Healey, Porsche 356, Alfa Spider, Triumph, una réplica del poderosísimo Cobra 427, y uno de los poquísimos y exclusivos Auto - Unión Type C V16... a pedales.
Las brillantes carrocerías de los coches parecían un perfecto complemento para la inmensa superficie acristalada del museo, y sus personales estructuras metálicas simbolizadas en la garra que permite anclar los cristales, y que está diseñada específicamente para el edificio. En cierto modo, es inevitable recordar en esta simbiosis la ya mencionada aqui barrera acústica de Utrecht, de ONL, con su concesionario de coches de lujo en su interior. Pero al tiempo, producía una extraña sensación de complicidad la inmensa cabeza de "Lillie", la reinterpretación de Valdés de ese personaje que se aprecia en el fondo del "Bar del Folies-Bergere" de Manet, a pocos metros del sedoso Bentley descapotable, como esperando a poder salir con él a dar un paseo por la tierra de La Rioja.
El Automóvil Club Rioja reaparece pues con un acto tremendamente interesante, una exposición en un museo de arte contemporáneo, una asociación, la del automóvil como objeto de diseño e incluso de arte, y el museo, que en si misma sugiere y conduce a interesantes reflexiones que ya abordamos en este mismo blog extensamente en el artículo "Coches de muestra. El automóvil en las exposiciones temporales de los museos de arte". Pero además del celebrado acto, es también muy de agradecer que un museo de arte contemporáneo, que ya en su concepción es singular (mantenido y financiado con el capital de una empresa privada en el que exponer su colección de arte, modelo no extraño en Estados Unidos y algunos lugares de Europa, pero prácticamente inédito en España), además muestre, aunque de forma modesta en estos inicios, que se encuentra abierto a visiones amplias acerca del arte contemporáneo y la cultura en el siglo XX que instituciones mayores o más veteranas no se han atrevido a abordar.
Una vez cerrada la exposición, el recuerdo de la experiencia queda como un breve pero prometedor inicio para ambos, y como una muestra casi inédita en España de esa unión entre automóvil, museo y arte contemporáneo que es, como sabéis una de las líneas por las que desde ¿Dónde está el depósito...? exploramos la relevancia del automóvil en el arte y la cultura del siglo XX.

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