09 abril 2006

Museo Ossa en Utebo, Zaragoza

Bien sabéis los lectores habituales y esporádicos de este blog que su visión respecto al automóvil y a los museos tiene un enfoque específico que atiende a las cualidades artísticas de aquellas creaciones mecánicas y las circunstancias que les rodean. Desde ese punto de vista, tengo una mayor inclinación a observar las historias relacionadas con "coches en museos", más que las de los "museos de coches". Sin embargo, para este planteamiento es preciso estar atento a todos aquellos museos relacionados con la automoción, de forma particular o pública. Para inaugurar la sección Museos de automoción, me veo obligado a realizar un ejercicio de localismo cultural, proyectado a lo internacional, eso si.

El pasado 1 de Abril, se inauguró en la localidad de Utebo (Zaragoza), en la que resido, el primer museo dedicado íntegramente a la marca de motos Ossa, siendo su madrina Miss España (en serio). La marca (Orfeo Sincrónica S.A., nada que ver con plantígrados) surgió en 1924 en el campo de la proyección cinematográfica, con una serie de mecanismos que permitían las proyecciones sonoras. En 1943 comenzaron su aventura en el mundo de la motocicleta, para iniciar una larga carrera que duró hasta 1983, con la desaparición de la marca.

Ossa es una de las marcas míticas del motociclismo español, con nombres de resonancia nostálgica para los que hemos tenido algo que ver con el mundillo, como la Phantom de cross, la Explorer, integrante de esa premonitoria categoría de las "trial excursión", o la preciosa MAR de trial, llegada en la época dorada del trial español para competir con las Montesa Cota o Bultaco Sherpa.

Ahora, el nuevo museo abierto en Utebo, con 1200 m2, muestra una serie de motos de la marca, así como algunos documentos interesantísimos sobre el desarrollo, diseño y distribución de las máquinas.

El municipio de Utebo así incluye en su amplia oferta cultural un museo de la técnica que se suma a la colección con el legado del pintor José Orús, o a los simposium de escultura o concursos de pintura organizados por el área de cultura.

Eso sí, la entrada cuesta unos desorbitados 9 euros. Para que se hagan una idea, entrar al Museo de la Automoción de Salamanca cuesta 3 €, al Museo de Toyota en Nagoya cuesta 1000 yenes (unos 7 €), al Museo del Prado cuesta 6 €, al Guggenheim de Bilbao cuesta 10'5 €, y entrar al Metropolitan de Nueva York cuesta 15 dólares (unos 12'5 €). Seguro que ese es un grave inconveniente para conseguir el fin último de cualquier museo, que es la difusión de su legado.