28 diciembre 2008

"Drifting painting". Robin Rhode y el spot "An expression of joy" para el nuevo BMW Z4



Como hemos mostrado aqui en muchas ocasiones, BMW es una marca especialmente vinculada con el mundo del arte. Probablemente por su caracter de empresa familiar, mayoritariamente controlada desde 1959 por el clan de los Quandt, o quizá meramente por estrategia de comunicación, el hecho es que desde que en 1972 Karl Schwanzer construyese un gran y vanguardista edificio para la sede central de la marca en Munich, hasta hoy mismo, ese alianza entre los de Baviera y el arte ha dado interesantes y populares frutos, de los cuales hemos dado aqui noticia repetidamente (ver enlaces al final del artículo)

Pero incluso en BMW han visto en los últimos años que las formas tradicionales de entender el arte que habían servido treinta años atrás, los BMW Art Cars cuyas carrocerías habían pintado conocidos artistas, debían tener un cambio de orientación. Así se hizo con el encargo del decimosexto BMW Art Car, que recibió el artista conceptual Olafur Eliasson, presentando una interesante instalación con un BMW H2R congelado dentro de una cápsula. Y asi lo hacen ahora, con la campaña de lanzamiento del nuevo BMW Z4, en la que el coche se convierte en el instrumento con el que se crea no una sino dos obras de arte de forma simultánea. Veamos el resultado.

Para el lanzamiento del nuevo Z4, BMW ha encargado al joven artista sudafricano Robin Rhode y al realizador Jake Scott (hijo de Ridley Scott), la realización de un spot muy especial. Bajo el título "An expression of joy" (una manifestación de alegría), el artista diseñó la creación de una obra completamente enlazada con los presupuestos del "Action Painting" tan valorado en Estados Unidos, en la que la característica principal sería el dinamismo y la energía con la que el artista vertiese y aplicase la pintura sobre el lienzo, aliándose con el azar que reparte las salpicaduras dando al cuadro el carácter de obra única e irrepetible asociada a un momento. Es algo que hemos visto muchas veces, y no tan novedoso, por tanto, ya que este "Action Painting" hunde sus raíces en los años 50 y 60, así que quizá no convendría hablar de "pintura de vanguardia" (aunque para mucha gente "Las señoritas de Avignon" de Picasso, pintado en 1907, siga siendo "pintura de esa moderna"...) La diferencia esencial es que en este caso, el lienzo es una enorme superficie instalada dentro de una nave de Downey Studios, en Los Angeles, y el pincel o la espátula está sustituida por el nuevo BMW Z4.



El "leit motiv" del diseño del nuevo Z4, es precisamente el título del spot "An expression of joy", centrándose en la libertad, disfrute y sintonía con el vehículo y con el medio que produce la conducción de un "roadster" como este. Es Robin Rhode quien concibió la idea original de hacer que fuese el Z4 el que pintase un lienzo que se pudiera ver en plano cenital, y de a la vez documentar el proceso. La controlada pero a la vez improvisada e impulsiva conducción del coche, equipado con unos sistemas que proyectaban pintura de diferentes colores sobre sus ruedas, a lo largo del enorme lienzo, sería documentada por varias cámaras, y ahi es donde Jake Scott tuvo su participación. Su tío y su padre ya habían participado con BMW - USA en otro magnífico y recordado proyecto, la serie para Internet, "The hire", en la que Tony Scott dirigió una idea desarrollada con el propio Ridley, en la que James Brown retaba al diablo (Gary Oldman) a una carrera por su alma. Para Scott, al igual que para su tío, el videoclip ha sido su gran escuela, habiendo dirigido vídeos y documentales para Radiohead, REM, Tori Amos, Smashing Pumpkins o U2.

En cuanto a Robin Rhode, es un emergente artista que mezcla la pintura, incluso pintura de guerrilla, con la fotografía y la videocreación, y en la actualidad se encuentra en medio de una meteorica carrera que le ha llevado en pocos años de la Escuela de Bellas Artes de Johannesburgo hasta ser promocionado en la Perry Rubinstein Gallery de Nueva York. En España se pudo ver una de sus obras en una reciente exposición itinerante llamada "Empieza el juego" organizada por Caja Madrid que se pudo ver entre septiembre de 2006 y noviembre de 2007 en La Casa Encendida de Madrid y el espacio Caja Madrid de Zaragoza. La obra expuesta alli era la atractiva "Yo-yo", que enlazaba en parte con el grafiti, y que explora el campo de la videocreación a partir de imágenes secuenciadas, como la divertida "Stone Flag".



El resultado es un hermoso spot, en el que se documenta de forma elegante y estética la creación de la obra con el coche sobre el enorme lienzo. En cierto modo una trasposición moderna (y no tan cargada de vigencia ideológica y teórica) de los lienzos pintados con los cuerpos de modelos actuando delante del lienzo que hicieron famoso al pintor Yves Klein en los años 60, sus llamadas "Antropometrías", en las que las modelos eran "pinceles vivientes" Pero también sus "Cosmogonías", creadas a partir de lienzos expuestos al viento y el agua mientras se conducía en un coche a alta velocidad. En este caso, el "pincel viviente" es un pincel mecánico de alta precisión, el deportivo y sensual Z4. Sus líneas marcadas por giros, derrapadas y cambios de dirección presentan un hermoso aspecto en el que las marcas de neumáticos, a diferencia del documental "Tire Tracks" al que nos referíamos hace poco, sí tienen una intención artística, tanto en la acción creadora, como en el trazo y en la documentación del acto.



No obstante, la obra no es, ni mucho menos, producto de la improvisación poco desarrollada, sino que tuvo detrás un atractivo proceso de creación en el que se tuvo muy en cuenta la densidad de la pintura, la mezcla de colores, la composición de los trazos, e incluso la iluminación del escenario y el color finalmente escogido para el coche. Parte de ello puede verse en este breve "Making Of" que nos ofrecen los muchachos de http://www.wallpaper.com/.

BMW ya había asociado su roadster al arte contemporáneo, en esta ocasión quizá si más de vanguardia. Lo hizo a través de la serie de estampas compuestas a partir de los patrones matemáticos de la carrocería del Z4 creados por el diseñador Joshua Davis, y que ya fueron tratadas aquí y cuyo proceso de creación puede verse en parte en las breves piezas de http://www.bmw-web.tv/, "BMW Z4 y Joshua Davis" y su segunda parte.

La obra y el spot del Z4, creada por Robin Rhode y Jake Scott, "An expression of joy", si bien no es una pieza esencial en la historia de la pintura ni en la de la videocreación, si que muestra una apasionada y fascinante visión, que está instalada entre las más profundas convicciones de quienes rigen BMW, y en la que la cultura, el arte y el automóvil se dan la mano en el campo de la pasión y la creatividad. Los "BMW Art Cars", la serie "The hire", los edificios de vanguardia encargados a Karl Schwanzer en 1972, o más recientemente a Zaha Hadid y a Coop Him(m)elblau para las plantas de Leipzig y el BMW Welt, o incluso sus concursos de pintura en España o el patrocinio de la sección de arte contemporáneo del Museo de Bellas Artes de Munich no son sino los cimientos sobre los que esta actuación, que en el caso de muchas otras marcas sería una extravagancia curiosa, en el caso de BMW tenga muchísimo sentido y explique una trayectoria de décadas en la comunión de arte y automóvil. Algo que en ¿Dónde está el depósito...? compartimos plenamente.

"An expression of Joy"



Otras experiencias de BMW en torno al mundo del arte y la cultura:

- El Z4 transformado en obra de arte por Joshua Davis

- BMW Art Cars en Le Mans, una tradición legendaria

- Olafur Eliasson diseña el decimosexto BMW Art Car

- BMW y la arquitectura: de Karl Schwanzer a Zaha Hadid

- "The hire" o de cómo hacer de un BMW un actor de cine

- BMW y la pintura

* Fotos vía: www.seriouswheels.com

** Vídeos vía: http://www.bmw-web.tv

19 diciembre 2008

La casa Michelin y el Art Nouveau. Carreras, héroes, publicidad y arte.



En la historia del automóvil, si hay un una marca mítica que no se refiera a un fabricante de coches, esa es Michelin. Por eso, al igual que en otros nombres esenciales en los origenes de la automoción, mirar a los inicios de Michelin es mirar a la historia de principios del siglo XX. Y también al Arte.

En 1905, los hermanos Michelin decidieron que la Inglaterra eduardiana con los jóvenes cachorros de su alta y rica nobleza interesados en el mundo del automóvil y las carreras, era un yacimiento importante para su negocio, y dado que las patentes de Dunlop habían expirado en 1904 cruzaron el canal para instalarse en Londres en 1905. El proyecto con el que los de Clermont - Ferrand pasaron a Reino Unido se instaló en Chelsea, con un magnífico proyecto arquitectónico que, a la vuelta de casi un siglo, se ha convertido en un auténtico símbolo de esa zona de Londres. La Casa Michelin, inaugurada en 1910, fue uno de los primeros y más relevantes establecimientos comerciales con arquitectura atrevida y de vanguardia (un modernismo de corte industrial profundamente lúdico y colorista), y contribuyó plenamente a reforzar la imagen de la marca en Inglaterra así como en el resto de Europa.

Bajo un proyecto de Françoise Espinasse, ingeniero y empleado de la marca, se construyó un edificio que serviría como oficinas del grupo en el Reino Unido, así como de centro logístico. Y para ello se recurrió a un diseño arquitectónico que cabalga entre el Art Nouveau de estilo más francés (a diferencia del sobrio y elegante estilo de la escuela de Glasgow abanderado por Charles Rennie Macintosh) y su epílogo el Art Decó, pero que bebe también en las fuentes del mismo movimiento Arts And Crafts de William Morris. La Casa Michelin es un prisma que da a tres calles diferentes, con tres diferentes fachadas de las cuales la principal presenta una decoración con vidrieras plomadas con Bibendum en diferentes actitudes. Las torrecillas que flanqueaban las esquinas tienen también unas pequeñas cúpulas de cristal. Este estilo ecléctico de la casa, que trae el decorativismo a un proyecto industrial, creando así una mezcla de arquitectura comercial, industrial y a la vez palaciega y de representación, tan del gusto del cambio de siglo. Este nuevo lenguaje comercial a partir de un tipo de arquitectura con recuerdos a los estilos del pasado resulta una atractiva mezcla que, transcurridas las primeras décadas del siglo, jamás se volvió a dar. Muestra de que no es un caso aislado, están las aparentes similitudes formales entre la Casa Michelin y la Estación de la Concordia en Bilbao, por ejemplo. La Casa Michelín presentó por tanto un gran programa iconográfico de publicidad de la propia marca. Grandes carteles en los laterales, varias vidrieras de cristal plomado que mostraban la imagen del ya por entonces popular "Bibendum".



Pero quizá el más destacado de estos conjuntos son los paneles cerámicos que cubren el exterior y el interior de la casa, y que narran los éxitos en competición de la marca desde su origen hasta 1909. En total 34 paneles hechos con cerámica de los afamados ceramistas Gilardoni, cuya trayectoria arrancaba en la primera mitad del siglo XIX y de cuyas piezas se pueden encontrar aún ejemplos en muchos lugares de Francia. El dibujante, el artista fetiche de los Michelín, Ernest Montaut, se puede considerar uno de los personajes fundamentales en el desarrollo de la plástica de las carreras, y en la confección de un lenguaje visual que presentase las carreras de coches en el mundo del arte. Sus dinámicos dibujos y carteles sirvieron no sólo a la marca Michelín sino a otros fabricantes del sector, con sus bólidos corriendo por amplios parajes con lejanísimos horizontes. Es inevitable ver, en la obra de Montaut, muerto en 1909 a la temprana edad de 31 años, un paralelo a la de otro pionero de la representación de las carreras, el fotografo francés Jacques Henri Lartigue, cuyas imágenes son hoy un clásico no sólo de la historia del automovilismo, sino también de la fotografía y el arte, como muestran exposiciones monográficas como las del Cleveland Museum of Art, en 1999, o la del Centro Pompidou, en 2003. Los paneles de Montaut son 34, mostrando los logros en competición de Michelín entre 1891 y 1908, y en ellas aparecen carreras ya míticas como la Paris Amsterdam de 1898, el Tour de France de 1899, o algunas relacionadas con España como la trágica e inconclusa Paris - Madrid de 1903, o la Copa Cataluña de 1909. Pilotos que suenan hoy a leyendas de los origenes, en algunos casos, como Charrot, Naudin, o el propio Marcel Renault, y marcas que igual han pasado a la gloria como al olvido, como Panhard & Levassor, Isotta Fraschini, Itala, y por supuesto Renault, Peugeot, Mercedes o Hispano Suiza. En todos ellos, los magníficos bólidos surcan los caminos mientras el paisaje a su alrededor es hermoso y profundo, o algunas personas saludan a los héroes, acompañados siempre de sus no menos heróicos copilotos y mecánicos. La serie incluye el triunfo de Terront en la carrera ciclista Paris - Brest de 1891, o el de Bucquet en la carrera motociclista Paris - Viena de 1902, a bordo de una Werner. El grupo esta coronado por una imágen del rey Eduardo VII de Inglaterra, a bordo de su señorial Daimler.

La Casa fue paulatinamente cayendo en el abandono, debido a la menor influencia de Michelin en el mercado británico, y sobre todo a la apertura de otras instalaciones en las afueras de Londres, al igual que en Clermont - Ferrand se ampliaban las sedes. Con el paso de los años, Michelín terminó por alquilar parcialmente sus instalaciones, después de que, durante la Ssegunda Guerra Mundial se hubiesen desmontado, y después perdido, parte de las vidrieras originales, al tiempo que se instalaba en ella el Ministerio del Aire. En los años 80, con el augo del barrio de Chelsea, un consorcio inglés compró la casa por 8 millones de Libras Esterlinas, y comenzó su rehabilitación, que corrió a cargo del estudio de arquitectos Conran & Partners. Durante este proceso se recuperaron y recrearon las vidrieras tal y como se encontraban en su origen, y como hoy aún se pueden ver. En ella se instaló poco después el prestigioso restaurante Bibendum, que sigue, a día de hoy, dando comidas en el magnífico marco arquitectónico definido por Espinasse.

La Casa Michelín es, probablemente, el más temprano y esplendoroso ejemplo de eso a lo que nos hemos referido en muchas ocasiones como "arquitectura corporativa". Mediante este proyecto, Michelín consiguió un inmediato reconocimiento como marca comercial de prestigio en el Reino Unido, donde las carreras eran más escasas que en Francia, pero igualmente apreciadas. Su programa iconográfico a partir de los triunfos en competición de la marca, y con la representación del propio Eduardo VII que había consentido la instalación de la firma francesa en territorio británico, no hacía sino reforzar las bondades de su excelencia como fabricante, al tiempo que colocarse al mismo nivel que el fabricante de la tierra y pionero, Dunlop, que poco después construiría su "Fort Dunlop". De esta manera, la Casa Michelin se adelanta por cerca de veinte años a uno de los más afamados ejemplos de arquitectura corporativa de la primera época del automóvil y prácticamente de todos los tiempos, el Chrysler Building. Pero la coqueta Casa Michelín, se encuentra dentro de un proyecto más humano y humanista que el mastodóntico Chrysler, y su pervivencia en estado casi original hasta el día de hoy nos remite a un tiempo en el que los coches, las carreras y los pioneros de la automoción, eran tanto héroes como empresarios, y se movían tanto por el interés económico como por sus ideas, aspiraciones y principios.

Los paneles cerámicos de Montaut en la Casa Michelín: Paneles, Paneles 2, Paneles 3, Paneles 4

Otras vistas exteriores e interiores de la Casa Michelin: Vistas
* Gracias al gran Carlos, por cuya noticia sobre otras cerámicas de Michelín llegué hasta esta bonita historia

29 noviembre 2008

Banksy is innocent! Los coches en la obra del grafitero más famoso del mundo



El graffiti es, probablemente, la manifestación artística con más densidad cultural de las que han surgido en las últimas décadas, y la más característica de la sociedad contemporánea. Aglutina las claves de nuestra "cultura de ciudades" en la forma de expresión, su plástica y su sintaxis, y probablemente es, a caballo del siglo XX y XXI, la manifestación artística con mayor capacidad de representación del presente y aceptación popular, por encima de cualquiera otra de las "grandes" artes, arquitectura, escultura, pintura convencional, y prácticamente más allá del cine. Creo que, al margen de otros debates no relacionados con el arte, el graffiti moderno es la manifestación artística y de cultura popular más genuina del tiempo que vivimos.

Probablemente Banksy es el grafitero más famoso del mundo. Aunque la definición "artista callejero" cobra en el caso de Bansky, (y en el de algunos otros grafiteros) su significado más acertado. Sea por sus obras en los muros de muchas ciudades del mundo, algunas emblemáticas y auténticos iconos, o por sus actuaciones introduciendo obras falsas en algunos de los museos más importantes del planeta, Banksy es alguien de quien mucha gente ha visto obras o ha oido hablar, incluso aunque no sepa su nombre. El grafitero que pinta con plantillas, es en realidad mucho más que un mero artista urbano, y en torno a él se establecen debates que se anclan en el mismo núcleo de la Teoría del Arte y de la Historia del Arte.

La obra de Banksy es, ante todo, crítica y militante. Las guerras, el poder económico, la misión alienante de la televisión y los medios de comunicación, el cuestionamiento del poder establecido y la sociedad regida por las normas, la libertad frente a las vidas anuladas del mundo urbano occidental... cada obra de Banksy es un alegato, una "pastilla roja" ofrecida a los ciudadanos para que salgan de su letargo y se planteen el mundo que les rodea y en cierto modo les empuja. Y esto lo consigue Banksy con un método perfectamente clásico y eficaz en el arte: el juego con las imágenes y los significados, las situaciones arquetípicas vistas al revés (la niña cacheando al soldado invasor), la invisible poesía de lo cotidiano, y la liberación de algunas formas de sus grises existencias para convertirse en símbolos de libertad y de humanidad. El mundo que dibuja Banksy es duro, ácido, incómodo. Y por ello moderno y transgresor. Sirviéndose de los animales para transmitir sus mensajes, siendo una perfecta transposición de las personas, como con sus fetiches, la rata urbana y el mono, que aparece una y otra vez en su obra invadiendo vallas, paredes y rincones de la ciudad (en una de sus más recientes obras, una falsa tienda de animales en Nueva York, la estrella es un inquietante mono que hace zapping ante la TV con sus auriculares). La obra de Banksy, en resumen, no deja de ser como la de unos modernos "Caprichos" goyescos, en los que los animales simbolizan a la sociedad, y en las que las imágenes siempre son lo que no se espera de ellas, con una profunda carga crítica acompañándolas. Unos "caprichos" urbanos que han bebido tanto de Hopper como de los surrealistas, particularmente de Magritte.

Pero entonces ¿que representan los automóviles en la obra de Banksy? Como decía más arriba, el inglés tiene un objetivo primordial en sus críticas: la sociedad capitalista y de consumo. Pero sus principales enemigos parecen ser la televisión, los poderes corruptos, y sobre todo el aletargamiento de las clases medias. Y dentro de este bestiario del mundo capitalista, el automóvil tiene generalmente un papel pequeño pero muy interesante: el de fósil arqueológico. Para Banksy, el coche es un habitante más de nuestras ciudades en cierto modo condenado a desaparecer. O que, como las calaveras de vaca, en su putrefacción final indica el lugar donde la vida se encuentra amenazada. Los coches abandonados aparecen en la iconografía de Banksy como símbolos de un pequeño fin del orden conocido, de una escatología de andar por casa.Para ver cómo se plasma esta idea en la obra del artista, basta con atender a unos pocos de sus dibujos y graffitis.



En su serie de cuadros clásicos paisajistas (y retratos) reinterpretados, Banksy coloca un coche destrozado y a su vez pintado con espray, en medio de un paisaje perfectamente clásico y bucólico al estilo de las pinturas de Constable. "Car Wreck" sitúa un pedazo de nuestra civilización abandonado en un cuadro del siglo XVIII, muy en la línea de otras obras de la misma serie, donde en medio de otros clásicos paisajes ingleses aparecen cámaras de vigilancia (otro de sus temas recurrentes) o espacios acordonados por la policía para la investigación de un crimen. "Car Wreck" es una avispada declaración de intenciones y una de las muchas ocasiones en las que Banksy se sirve de la unión del arte clásico con la cultura urbana para mandar su mensaje.

En el mismo sentido se encuentra "Car" en la que unas cuantas personas de raza negra enarbolan sobre un coche una bandera de los Estados Unidos en una recreación de la famosa foto de Joe Rosenthal en la colina de Iwo Jima. Si la foto de Iwo Jima se convirtió en símbolo de unos Estados Unidos que, desde la Segunda Guerra Mundial, fueron convirtiéndose en la gran potencia económica mundial gracias a industrias como la guerra y el automóvil, la recreación de Banksy enuncia con sencillez el nacimiento de una contracultura norteamericana, que se erige sobre las ruinas de un automóvil. Una poderosa imágen que no necesita muchos más comentarios.

Pero también Banksy sale a la calle con su agudo sentido del arte y la comunicación, para crear una interesante obra (ya desaparecida en parte), a partir de un Triumph GT6 abandonado en Brick Lane, Londres. Banksy lo pintó de rosa para luego colocar en la ventana un grafiti que nos permitía ver al conductor del coche... la muerte. La muerte montada sobre un coche abandonado es probablemente la más poderosa de las imágenes generada por Banksy en la que aparezca un automóvil. Y seguramente una de las que más capacidad tiene de transmitir un mensaje. Quizá tenga algo que ver esto con un mensaje colocado sobre un puente en el que la vía del tren cruza a la carretera en una de las entradas a la ciudad desde la zona industrial, en la que Banksy colocó la lúgubre inscripción que rezaba a la puerta del infierno de Dante "Abandonad toda esperanza" (Abandon Hope)

De algún modo, el artista callejero ha pasado de ser algo más que un grafitero a ser un "artista urbano total", con sus instalaciones y actuaciones. En la primavera de 2008, Banksy invitó a una serie de grafiteros de todo el mundo a actuar en un túnel de la antigua estacíón de Waterloo, en Londres, donde crearon una larga serie de murales y obras de arte cuyo hilo conductor es una serie de coches manipulados que simulan un gran accidente de tráfico. En torno a ellos, murales del propio Banksy (un gorila con boina a la francesa que pinta una pared...) versiones transformadas de la Venus de Milo. El tunel de Waterloo es un ejemplo más del papel que los coches representan en la obra de Banksy. En medio de un tunel abandonado de una estación de tren, una serie de coches paralizados para siempre se rodean de arte urbano, que no es sino una reinterpretación contemporánea del arte más clásico posible. Por eso, en mi opinión, la obra de Banksy es tan atractiva: por su actitud de reinterpretación del arte más tradicional, en lugar de, como artistas callejeros y no tan callejeros hacen tan a menudo, adoptar una pose transgresora e infantil de negación del arte de la generación anterior.

Por último, la obra de Banksy es esencialmente urbana, es decir, el coche y el grafitero comparten su reino. Por tanto, todo lo que el coche genera para modficar su entorno es materia prima para el artista callejero. La ciudad se llena de metáforas visuales para expresar esta inteligente y creativa visión de Banksy al reinterpretar los símbolos de la ciudad de los coches. Por un lado, su serie de conos que, inclinados y semihundidos en el asfalto dibujan espirales o líneas sinuosas hasta desaparecer en el suelo de la ciudad. Las líneas que marcan el camino a los demás, líneas duras y de insipida experiencia dibujadas por estos conos, parecen romper filas y dejar de estar tiranizados por los coches. Los coches son ciudadanos, y sus líneas determinadas son las barreras a romper. Pero no sin el respeto a los demás.

De la misma y poética manera, las olvidadas líneas amarillas que prohiben que los coches aparquen, condenadas por la locura actual por la norma y el beneficio económico, obligadas a provocar multas, un día saltan la acera, y trepan por la pared para formar una humilde pero hermosa y enorme flor con sus pétalos abiertos.

Banksy es un poeta contemporáneo, que versifica con palabras y con imágenes al mismo tiempo. Alguien que está contando la sociedad de nuestro tiempo desde un punto de vista artístico y lírico, y que plantea, como tantos poetas en tantos otros momentos de la historia, un desafío a nuestro sentido crítico y a nuestra negación de la propia libertad. Los versos que Banksy dedica a los automóviles pueden ser la elegía a un mundo a cuyo nacimiento ya cantó Filippo Tomasso Marinetti.

09 noviembre 2008

"Tire Tracks", el auténtico "american graffiti"



Hoy en día, casi en cualquier país desarrollado del mundo, se establece dentro de la sociedad un conjunto de importantes agentes que contiene juventud, música y automóvil. Un cultivo perfecto en el que crece mucha de nuestra cultura adulta, con sus dósis de sensación de libertad, competitividad, búsqueda de la individualidad, adicción a las sensaciones, y, por qué no decirlo, lo que trae a menudo accidentes, cierta clase de vandalismo, y otros problemas sociales. Este círculo de fuego, tan familiar para nosotros en nuestros días ejemplificado en la tríada Tuning - Tecno - Juventud, se comienza a forjar en realidad en Estados Unidos ya antes de la Segunda Guerra Mundial con la cultura de los Hot-Rod, y se consolida después de la misma con el surgimiento del Rock and Roll y el auge meteórico de la "Cultura adolescente"
Sobre los Hot-Rod, lo Custom y el auge de la cultura adolescente hablaré próximamente en uno o dos artículos más extensos, pero como adelanto, el documental "Tire Tracks" me parecía un perfecto aperitivo.
En Stonington, un pueblo en un apéndice de Deer Isle, la costumbre de los jóvenes, y no tan jóvenes, desde hace décadas, es dejar las carreteras totalmente marcadas con largas y densas marcas de neumático quemado, realizadas a base del brutal par de sus inmensas camionetas o sus coches de monstruosos motores. Cuando llega el verano, los jóvenes comienzan de nuevo a reunirse para su ritual de "marcar" las carreteras con sus largas y sinuosas marcas, sin importar el coste en neumáticos, u ocasionalmente transmisiones. "Hay gente que baja a pasar el fin de semana a Nueva York" afirman quienes lo ven como una forma más de diversión, un simple hobby.
John Steed, es un periodista de Stonigton que en 2006 decidió hacer un breve documental de 40 minutos en el que recoger las impresiones y motivaciones tanto de los jóvenes conductores como de los sufridos vecinos de la isla. "Tire Tracks", patrocinado por el refundado "Stonington Opera House", es un curioso documento que muestra una actividad tan irracional como cargada de profunidad cultural, que supone una auténtica fiesta para los jóvenes participantes, y tan habitual y con tanta carga social como un picnic o un botellón.
Los jóvenes quemando neumáticos por las calles de Stonington es una estampa tan habitual como las nuevas zonas residenciales creadas al abrigo de un maravilloso entorno natural (Maine es el estado más al norte de la unión tras Alaska). Y en cierto modo, estas ruidosas y agresivas "pintadas" sobre la carretera son una muestra también del conflicto que existe en la zona entre la primitiva actividad obrera y pesquera y su nuevo enfoque residencial y semi-turistico. "Tire Tracks" pone especial atención en un personaje de la zona, Chucky Proper, un encargado de la construcción pasado de los cincuenta, que es un auténtica "estrella" de las marcas de neumáticos, y que pone el contrapunto a la abrumadora mayoría de jóvenes que se dedican a esta suerte de deporte. Para la mayoría de los habitantes de Stonington, con la edad las marcas en la carretera pasan de una costumbre excitante a una molestia insoportable.
Pero ¿hay además algo de artístico en esta actividad? ¿es una especie de graffiti hecho con coches? Para John Steed, y para mi mismo, no hay en estas grandes firmas en goma sobre el alquitrán un valor artístico. Lo cual no quiere decir que no haya una intención estética en las mismas. Las largas series de sinuosos trazados, alternados con otras marcas curvadas de diferente ritmo y forma, generan en ocasiones impactantes mosaicos sobre la carretera, y parece que los "burners" procuran respetar durante algun tiempo las marcas dejadas por otros. Entre algunos de ellos, resultan particularmente apreciadas las "jotas" dejadas por las descomunales fricciones de las ruedas creadas al pasar bruscamente de "Reverse" a "Drive" (marcha atrás a marcha alante) en las rudas camionetas que manejan.
Sin embargo, no hay nada más que una intención de poseer. Como un "Aqui estuve yo", o "Esto es mío". Una pulsión meramente adolescente, desprovista de intención artística, pero si cargada de densidad cultural. Desde los años 30, cuando los jóvenes comenzaron a modificar sus viejos Ford A para alcanzar las máximas velocidades posibles y la máxima aceleración, hasta el tuning y la estética "tecno-callejera" de éxitos mundiales como la saga "Fast and Furious", esta mezcolanza de ruido, adrenalina, música, coches, juventud, y sentido de la posesión del mundo a través del automóvil es una constante. Los jóvenes de Stonington sobre los que John Steed puso el foco en "Tire Track" no son sino una pequeña muestra que podría extrapolarse a casi cualquier lugar de EEUU o de Europa.
En términos comparativos, la diferencia entre EEUU y Europa es que allí la cultura de los jóvenes y el automóvil es puramente cultura "teenager" pues pueden conducir a partir de los 16, con todo lo que eso aporta en términos de afirmación personal y de relación social. Y si desde aqui apreciamos que muchos de estos fenómenos están limitados al país cuya bandera debería ser un coche o una rueda, nos equivocamos profundamente. En Europa solemos mirar por encima del hombro a la cultura estadounidense argumentando a menudo, sin mucha reflexión, que Estados Unidos es un país que sólo tiene doscientos años de historia, frente a los casi tres milenios de la vieja Europa. Pasando por alto que Estados Unidos es una nación fundada por europeos (con el mismo arraigo y sustrato cultural que los que se quedaron en el continente) a menudo olvidamos que, aunque el tronco cultural de occidente esté arraigado en el viejo continente, la cultura en la que vivimos nosotros en el presente es, esencialmente, norteamericana.
Por ello, si "Rebelde sin Causa" y "American Graffiti" hicieron inmortal la cultura adolescente del automóvil, éste como elemento símbolo de libertad, independencia e individualidad no ha perdido ni un poco de vigencia desde los años 50 hasta nuestros días, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.
Otra cosa es que, ochenta años después, hayamos aprendido a detectar que lo que este "trinomio" promete, y todas esa libertad e identidad, formen más parte de la literatura y el imaginario popular que de la realidad, que suele ser mucho más cruel y desprovista de lírica. Pero en eso, entraremos en otro momento.
Trailer de "Tire Tracks" en Youtube:




* Foto: Herb Swanson para "The New York Times"

08 noviembre 2008

Extraño suceso cerca del centro tecnológico de McLaren, en Woking


Algo terrible ha sucedido. Noticias inconexas que llegan desde el Inglaterra hablan de un extraño y terrorifico suceso acaecido junto al centro tecnológico de McLaren, en Woking. Un extraño objecto de enormes dimensiones, un cilindro metálico de unos 30 metros de diámetro, ha caído en los bosques que rodean al edificio del fabricante inglés, abriendo un enorme crater en su caída. El objecto, cuyo aspecto es metálico, parece ser alguna clase de proyectil hueco del que, pocos minutos después del impacto han surgido una serie de seres nunca vistos en la tierra, que, montados en unas enormes máquinas de tres pies que se desplazan a gran velocidad, pronto han alcanzado las instalaciones de McLaren aniquilando, con emisiones de rayos a gran temperatura, a todas las personas que en ese momento se encontraban trabajando en el lugar y a curiosos y paseantes.

Los informes de la prensa local hablan de al menos varias decenas de muertos, y de aldeas arrasadas en el camino de las máquinas hacia la capital Londres. Las comunicaciones en el Reino Unido se encuentran cortadas desde hace unos minutos y el ejército ha tomado las calles, sin que sea posible establecer contacto via internet con correos electrónicos o webs radicadas en el país.

Ignoramos cómo afectará este suceso al desarrollo de la última prueba del mundial de Fórmula 1, y a las aspiraciones de McLaren. En cuanto al resto del mundo, simplemente es una incógnita. Por el momento, las emisiones de noticias van siendo cortadas progresivamente. Quizá esta sea la última emisión que podamos hacer. Y ni siquiera sabemos si hay alguien escuchando...

¿Hay alguien ahi?

* Hoy, 30 de octubre, se cumplen 70 años de la emisión teatralizada para la emisoria de radio CBS, de "La Guerra de los Mundos", adaptación de la novela homónima de H.G. Welles, escrita en 1898.

En la novela de H.G. Wells, la acción se desarrollaba en el Reino Unido, y el primer proyectil lanzado desde Marte para invadir la tierra caía en un claro de la campiña próximo a Woking, donde McLaren tiene su centro tecnológico.

RTVE ha realizado hoy una magnifica recreación en directo de la emisión original, que ha sido emitida por Radio3. Con este guiño al mundo del automóvil, me sumo al homenaje

De las hormigas de Texas al dragón de Terrassa. Automóvil, escultura y paisaje


El pasado domingo, volviendo de ver las Renault World Series en Montmeló con Abel y Patricia, un error al coger un desvío en la circunvalación de Terrassa nos llevó a los pies de una imponente escultura de un dinosaurio hecho con restos de coches que se encuentra en un parque de la ciudad. Inmediatamente me vino a la cabeza el Cadillac Ranch de Amarillo, Texas, y esa fue la chispa que me permitió escribir algo que hacía tiempo que tenía en mente, en torno al automóvi, la escultura y el paisaje formado por las carreteras.

El automóvil se ha convertido en un elemento importante en la construcción del paisaje del mundo moderno. De hecho, se convirtió hace ya muchos años, para bien o para mal. La transformación del espacio urbano que trajo consigo la aparición del transporte privado masivo, la intervención, a veces desastrosa, en el territorio para crear nuevas carreteras, y sobre todo grandes ejes de comunicación como autopista y autovías, o el simple marco que supone la ventanilla de un coche a la hora de contemplar un paisaje, en el que la carretera y el vehículo determinan de qué manera percibimos el paisaje que nos rodea mientras viajamos. Pero además, desde los años 70 del siglo XX, el automóvil ha pasado a formar parte del paisaje desde presupuestos artísticos, en términos de escultura paisajística, adorno en la cuneta o reclamo comercial. Algunos famosos casos, como el Cadillac Ranch de Amarillo, en Texas, tienen que ver con el Land Art y otros movimientos artísticos del periodo. Pero en realidad utilizar coches como parte de esculturas monumentales cercanas a las carreteras es una práctica bien habitual, que llega hasta el recuperado dinosaurio de Roc Alabern en Terrassa, construído con fragmentos de coches y coches enteros. Veamos qué es lo que pone en contacto a aquellos con este.


En 1986, el fallecido artista catalán Roc Alabern recibió el encargo de hacer una escultura para las fiestas de Tarrasa. El dinosaurio de Tarrasa es una espectacular estructura de varios metros de alta y de larga, posada sobre un parque junto a los cinturones de ronda de la ciudad. Justo en un punto en el que es rodeado de coches casi por todas partes, detenido como pastando en su mancha verde. La estructura está compuesta de carrocerías enteras y fragmentos de coches, todas ellas pintadas en vivos colores. El dinosaurio se asoma a la carretera con un esqueleto de coches viejos, estableciendo un mensaje sencillo y eficaz, en el que el coche es parte de algo que pertenece a otro tiempo. Pero a la vez el dinosaurio de la ciudad esta hecho de coches, y con ello se plantea una mitología particular, en la que el coche esta al principio y al final, es una importante causa y una de las peores consecuencias de la cultura urbana. No obstante, los vivos colores de la obra matizan un tanto el sentido negativo que por su concepcion y ejecución podría llegar a tener. En su aspecto actual, el dinosaurio se integra con cierta gracia en el agresivo entorno urbano repleto de celles y cinturones de ronda


Pero el dinosaurio de Alabern no es sino una muestra de algo que tiene mucha más profundidad, y que hunde sus raíces en la cultura estadounidense de la posguerra mundial, y en dos fenómenos paralelos que acabaron por encontrarse en los años 70: la cultura de la carretera, y la imagen del automóvil como icono esencial del siglo XX.


Por un lado, el automóvil, a finales de los años 60, se había convertido en el auténtico centro del universo occidental, particularmente en Estados Unidos. La incorporación de la imagen del mismo en el imaginario del movimiento Pop Art, fue una alianza perfecta, porque ambos obtuvieron gran rédito de ella. Pero otros movimientos supieron extraer partido de una relación menos complaciente con el gran icono del momento, y de ahi surgieron algunas esculturas, instalaciones y happening que calaron rápidamente en el imaginario popular. De entre las actuaciones en torno al automóvil y el paisaje urbano o periurbano, un puñado representan de la mejor manera no sólo la estética sino también el mensaje.



El famoso Ghost Parking Lot, en Hamden, Connecticut, es una interesante actuación de SITE, un grupo de arquitectos y paisajistas cuya actuación consistió en una impresionante instalación con una hilera de coches en el parking de un supermercado, que emergían del suelo cubiertos de asfalto como formando parte de la misma materia del suelo. El imponente resultado fue retirado en 2003, y en la actualidad ya sólo pueden verse fotos de la impactante instalación.



Quizá mucho más famoso que el Ghost Parking Lot, sea el Cadillac Ranch de Amarillo, Texas, una instalación de un inconoclasta grupo artístico llamado Ant Farm. La instalación consiste en diez Cadillac, desde un Club Coupé de 1949 hasta un Sedán de 1963, con el morro enterrado en tierra y dejando asomar aproximadamente dos tercios de su cuerpo en un ángulo de sesenta grados. La impactante imagen, asociada al infinito paisaje de esa parte de Texas, constituye una de las obras de arte no convencionales más populares del siglo XX. El Cadillac Ranch, una muestra crítica en torno a la sociedad y el papel del automóvil, fue, paradójicamente, movido en 1997 dos millas al oeste de su ubicación original... para escapar de la expansión urbanística de Amarillo.


Ant Farm supieron servirse del Cadillac, el icono de los iconos, para hacer críticas mordaces de la sociedad de consumo y de la información. En un Estados Unidos mucho más desarrollado que Europa en cuanto al mercado de la comunicación y el consumo, el Cadillac Eldorado era a la vez la muestra de todo lo bueno y lo malo del sistema. En una impactante actuación llamada "Media Burn", los Ant Farm estrellaron un Cadillac Eldorado transformado en una especie de coche futurista, contra un muro de televisiones ardiendo, para criticar precisamente la manipulación de las vidas de los americanos a través de los medios de comunicación. Media Burn es una de las actuaciones artísticas más influyentes del siglo XX, y como tal fue recogida para una exposición por la Tate Modern el 2007



Media Burn en Youtube:

Parte 1

Parte 2 (Cadillac Eldorado)



Las actuaciones de Ant Farm, al igual que sus compañeros SITE, tienen mucho que ver con el paisaje a la vez que con el posicionamiento social. En la misma línea, el artista fetiche de Renault, el francés Arman, construyó un potente monumento, un auténtico totem, que sería la trasposición del Cadillac Ranch a suelo europeo. En Jouy-en-Josas, Arman consturyó durante años un enorme prisma de hormigón con forma de totem en el que se encuentran incrustados 59 coches, y cuyo nombre es "Long term parking". La forma totémica del monumento de Arman añade un valor a su característica acumulación de elementos, tan en relación con la crítica al consumo realizada por Ant Farm, y pone un claro mensaje de demitificación de la adoración que, todavía en aquel momento, incluso tras la crisis del petróleo de 1973, se dedicaba al automóvil.


Inevitablemente, un referente con gran paralelismo a los ya comentados se encontraría en el artista alemán Wolf Vostell, cuya utilización del automóvil en sus creaciones es una constante. Sus coches incrustados en muros de hormigón, capturados en la inmovilidad de forma cruel, o recubiertos de un hormigón perfectamente rectilíneo que oculta sus formas y su aerodinamismo, son un canto casi opuesto al de los futuristas, e incluso Vostell se permitió reformular una de las frases de Marinetti acerca de los coches de carreras, con el lacónico "Cuando veo un coche pasar corriendo, sé que un accidente está llegando". La obra de Vostell no criminaliza al automóvil, pero sí que lo banaliza, y en cierto modo lo desactiva retirándole todo el carácter pseudo - divino que para la cultura popular atesoraba. Buena parte del legado de este artista, uno de los padres del movimiento Fluxus, se encuentra en el museo creado por el propio Vostell y su esposa en 1976 en Malpartida de Cáceres, y en él se pueden contemplar algunas instalaciones montadas a partir de coches, como "Fiebre del Automóvil" o la interesante "Fluxus Buick Piano". Pero, en lo que toca a la relación del arte de vanguardia con el automóvil, el paisaje y la escultura monumental, no hay que dejar de mencionar la impactante "Por qué el proceso entre Pilatos y Jesús duró solo dos minutos", de 1996, en la que el fuselaje de un caza de combate ensarta a dos automóviles en un gran totem de 16 metros, y la muy conocida "Coche y Hormigón", de 1976, que tiende su mano tanto al Cadillac Ranch como al Ghost Parking Lot. La obra de Vostell se presenta como la punta de lanza del arte contemporáneo, sobre todo por la trascendencia del Fluxus, y su utilización del automóvil en las esculturas monumentales y actuaciones paisajísticas establece un hito en el arte europeo, totalmente en la línea de las actuaciones de SITE y Ant Farm.


Algo de la herencia de la potente posición artística de Vostell se percibe en la magnífica serie de monumentales esculturas presentadas por Gerry Judah para el anual Festival de Goodwood (el más importante festival europeo relacionado con el coche clásico). Judah ha realizado en los últimos años una serie de esculturas homenajeando a Audi, Ford, Honda, Jaguar, Land Rover, Mercedes, Renault, Rolls-Royce, y Toyota, teniendo como característica común las grandes estructuras metálicas que despegan del verde entorno de Goodwood para llevar a los coches más míticos o laureados en competición, como en el caso del 300 SL Gullwing del monumento a Mercedes, casi a un extático descenso de los cielos. Las esculturas de Judah tienen una intención decididamente elegíaca, pero también una vocación paisajística y escenográfica que se detecta con claridad en cómo se relacionan con el castillo de Goodwood que pone el marco a la plaza central del festival. Aunque el automóvil no sufre en ellas ninguna deformación o mutilación como en el resto de los casos que hemos visto, si bien estas esculturas carecen del espíritu de transgresión y el posicionamiento teórico de las anteriores, merecen ser puestas en la mísma línea evolutiva, siquiera por su imponente monumentalidad.

Dentro de esta variopinta fusión de paisajismo, arte y automóvil, no puede dejarse pasar la iniciativa de "1 por ciento" y sus instalaciones de coches recubiertos de césped, una variante en línea de las actuaciones de Vostell y no lejos en su planteamiento, aunque ciertamente con un resultado mucho más lúdico y quizá efectista. De ellas ya hablé aquí hace algún tiempo, tras su intervención en Zaragoza: Coches en la frontera: uno por ciento en Zaragoza


Quizá en un tono menor, aunque no exento de interés, hay otros dos monumentos que, sirviéndose del automóvil como materia prima, establecen un discurso entre el paisaje, el observador y el monumento. Uno sería el curioso "Carhenge" de Alliance, Nebraska, un monumento que imita al megalítico Stonehenge del Reino Unido construyéndose a partir de viejos coches puestos unos sobre otros. "Carhenge" sería una versión lúdica y desposeída de mensaje ideológico de las actuaciones de SITE o Ant Farm, pero aún así no extena de interés. O al menos, al nivel de las docenas de réplicas de Stonehenge que pueblan Estados Unidos, desde Foamhenge (hecho de Foam) hasta Stonefridge (hecho de frigoríficos). El otro, un desaparecido monumento construído en 1989, y genuinamente "roadside art" que se encontraba hasta mayo de este año en Berwyn, Illinois, que consistía en ocho coches pinchados en un gigantesco pinchapapeles de 16 metros de alto. Las carreteras, no sólo las de Estados Unidos, estan repletas de monumentos realizados con automóviles que no son sino un canto a lo Kitsch. Pero que, igualmente, son manifestaciones de un tipo de cultura popular arraigada en el paisaje de la carretera y el automóvil. Los coches cortados en las fachadas de las gasolineras, o los coches anuncio subidos a un techo, los neumáticos formando dibujos, todo ello es el registro fósil de una manifestación popular de cultura y arte que, probablemente, se encuentra en fase terminal.


Pero eso, será contado en otra ocasión.


*Foto principal: Luismarc, http://www.ojodigital.com/foro/album-de-fotos/157940-dinosaurio-autor-roc-alabern-reportaje.html

** Gracias a Pablo Ayuso por enviarme la noticia de la escultura de Gerry Judah en Goodwood, que me permitió seguirle la pista a las actuaciónes del escultor británico.

Paseando a Miss Liberty. Los coches en el Museo Smithsonian de Historia de los Estados Unidos


Estados Unidos es el país en el que, al menos durante el siglo pasado, casi todo se movió sobre cuatro ruedas, y en el que el automóvil, un invento europeo, se hizo mayor y encontró su identidad. Si el viaje de la antigüedad es el viaje homérico por mar, el viaje en el mundo moderno es la escapada sobre un coche por las carreteras perdidas del interior de Estados Unidos a lo Kerouac (en el caso de que lo homérico y "On the road" fuesen antagónicos). Por eso, hablar de la historia de este país y hablar de la historia del automóvil es lo mismo, y viceversa.

El Museo Smithsonian es el Museo Nacional de Historia de los Estados Unidos, y se encuentra en Washington. El Smithsonian es un museo que más que histórico podría llamarse "de la cultura" estadounidense. De algún modo un museo "diferente", repleto, más que de piezas únicas, que también, de montajes didácticos acompañados de algunas piezas a través de los que comprender la historia de un modo más transversal. ¿Vieron "Noche en el Museo", una película en la que Ben Stiller se hace vigilante de seguridad en el Museo Nacional de Historia Natural de Nueva York?, pues piensen algo más en eso que en el Museo del Prado.

El Smithsonian, que se encuentra en la actualidad cerrado por reformas y reabrirá el 21 de noviembre de este año, cuenta entre sus montajes temáticos con un magnífico e interesante montaje, "America on the move", que ocupa 2300 m2 de la superficie del museo, y que está dedicado al transporte y los desplazamientos en la historia del país. En esta gran exposición, que cuenta asimismo con una monumental página web de apoyo y material didáctico específico, el automóvil y los viajes por carretera suponen uno de los pilares del discurso.

"America on the move", analiza los desplazamientos, flujos y caminos en la historia del país, desde las diligencias hasta los primeros ferrocarriles, tanto aquellos que llevaban trabajadores de un lugar a otro como el extraño ferrocarril que desde Manhattan llevaba al "Luna Park" de Coney Island a principios del siglo XX. Sin embargo, la cultura de este país es una cultura que se desarrolla sobre ruedas, y por ello en la exposición el automóvil es el eje. El montaje está repleto de historias fascinantes, como la del tenido por el primer viaje en coche de costa a costa, el realizado por Nelson Jackson y Sewall Crocker, y su perro Bud (que se convierte a su vez en mascota de la exposición. Pero también dedica un importante espacio a uno de los grandes mitos de los Estados Unidos, la Ruta 66, la primera gran carretera interestatal, y la llamada por Steinbeck "La carretera madre".


La exposición es tanto una historia del transporte en los Estados Unidos como una historia de los Estados Unidos a través del transporte. Alguien dijo en una ocasión que el automóvil era europeo de nacimiento pero estadounidense de adopción. Con este "leit motiv", uno de los ámbitos de la exposición "Americans adopt the Auto" repasa el asombroso auge del automóvil en las primeras décadas del siglo XX, que llevaron a que en 1930 23 millones de coches circulasen por el país, y más de la mitad de las familias estadounidenses tuviesen un coche. La producción en serie del automóvil a partir del Ford T y su popularización masiva puso en marcha al país como en la época del ferrocarril. A partir de ese momento fueron necesarios talleres, carreteras, y hoteles de paso en grandes cantidades. Los desplazamientos a una distancia superior a lo que hasta entonces se acostumbraba cambiaron el mapa de los servicios y el comercio, perjudicando en ocasiones a las pequeñas tiendas en favor de grandes centros de distribución. Desde las ciudades hasta los juguetes, todo en Estados Unidos creció a la medida del automóvil. E incluso los métodos actuales de producción arrancan de aquella época: después del Ford T, los coches comenzaron a cambiar de aspecto o de equipamientos cada poco tiempo, para que el mercado se reactivase con más velocidad y el automóvil se convirtiese en artículo de consumo, y no en patrimonio heredable. Esto se comprende más fácilmente si se atiende a que, entre 1914 y 1926, el único color en el que se produjo el Ford T era el negro, lo cual dio lugar a la frase atribuída a Henry Ford "Todo el mundo puede tener un coche del color que quiera, siempre que sea negro"

Tampoco las ciudades estadounidenses se entienden sin el automóvil, y por ello la exposición dedica un apartado al fenómeno urbano de los suburbios, barrios alejados del centro, o "barrios dormitorio", que diríamos hoy en día. Una planificación urbana hecha a la medida del automóvil en los años 40, 50 y 60 dio lugar a ciudades con extensiones inmensas que sólo eran habitables a bordo de un coche o el a menudo problemático transporte urbano. Y eso a su vez generaba problemas de tráfico en el centro que condicionaba de forma determinante la habitabilidad y forma de los mismos (Fenómeno relativamente reciente en las ciudades europeas, y particularmente en las españolas, se ve que es difícil escarmentar en cabeza ajena).

Posiblemente junto a la Ruta 66, una de las imágenes más reconocibles en Estados Unidos son las grandes autopistas interestatales, que precisamente dieron al traste con las carreteras interiores a cuyos márgenes rugieron tantas comunidades y negocios. El conflicto entre las autopistas interestatales y las comunidades de paso se representa también en la exposición, y no sólo este conflicto, sino el de las propias interestatales contras las ciudades. La forma en la que las grandes rondas de circunvalación se construyeron en los años 60 y 70 destruyó muchos de los amables suburbios creados en las décadas previas, y en algunos casos de forma dramática, como en el conocido Bronx de Nueva York, cuyo declive comenzó justo cuando una inmensa autovía elevada lo partió por la mitad desplazando a miles de habitantes. Las interestatales pusieron en el país sobre la mesa el problema de quienes veían pasar la carretera por su casa pero tenían que hacer kilómetros para ir a la manzana siguiente de su barrio, lo cual también obligó a nuevos planteamientos de urbanización y nuevos transportes públicos.


Pero además la exposición, en la que se hace una larga muestra de la espléndida colección de coches del Smithsonian, analiza algunas de la claves del propio automóvil como medio de transporte, como el interesante ámbito comisariado por Janet Davidson que plantea una revisión a los intentos por desarrollar coches con energías alternativas desde los mismos inicios. En ella se ponen en contacto intentos como el coche eléctrico Riker, uno de los muchos pioneros durante la breve pero intensa pugna entre el motor de explosión, el de vapor y el eléctrico en la primera década y media de historia del automóvil, el famoso y fallido intento de Chrysler por desarrollar un coche con propulsión por turbina, o el más reciente GM EV1, un intento mucho más racional y viable de plantear una energía alternativa, al que, sin duda, se podría sumar el recentísimo Chevrolet Volt.

"America on the move" es un monumental montaje del Smithsonian, no sólo por su extensión sino por las temáticas que abarca. Más que una historia del transporte en los Estados Unidos, es una historia de los Estados Unidos a través del transporte, y en buena medida, una historia del siglo XX a través del transporte en los Estados Unidos. Desde la literatura en torno a los grandes viajes, hasta la cultura urbana generada en las megápolis estadounidenses, el automóvil tiene su presencia como protagonista negativo o positivo. Y no sólo se busca entre las claves de la influencia de los medios de transporte, sino también en su propia evolución técnica a lo largo de la historia.

Probablemente un discurso tan monumental como este sólo se pueda dar en Estados Unidos. Y no por la grandilocuencia de sus formas, sino porque los medios de transporte en el siglo XX han tenido como lugar predilecto de desarrollo y evolución aquel país. Hay un hecho histórico que ha dado ventaja a los americanos para ello: los demás países con una extensión similar o mayor que pudo haber llevado a un desarrollo del transporte como el de Estados Unidos, como Unión Soviética y China, se erigieron el el primer cuarto de siglo como potencias del eje comunista, con el consiguiente alejamiento de los términos de producción y consumo que en Estados Unidos crecieron y se exportaron al resto del mundo. Los ferrocarriles y la aviación militar se desarrollaron con cierta energía en el primer tercio del siglo XX en estos lugares, pero jamás llegó la explosión del vehículo privado como en el país americano. Explosión de la que, por que no decirlo, el resto del mundo es heredero hoy en día.

* El Smithsonian Museum se encuentra en la actualidad cerrado por reformas, y volverá a abrir sus puertas el 21 de noviembre de este mismo año

Zaragoza, o el coche del fin del mundo

Hace tiempo que me rondaba la cabeza un artículo que pusiese en contacto a Christine, la obra del pintor aragonés José Luis Cano, las pintadas del enigmático zaragozano Bulcador, y el concepto de "Coche del fin del Mundo". Anoche estuve en la Expo de Zaragoza, y viendo el espectáculo del Iceberg, entendí que era el momento de escribirlo.

El automóvil, especialmente a partir de la primera mitad de los años 70 del siglo pasado, se ha incorporado poco a poco en el imaginario colectivo a la extensa lista de agentes sospechosos de causar el fin del mundo. No con la contundencia de una guerra nuclear, ni con la fascinante y terrorifica elegancia de una invasión de seres extraterrestres sino como una especie de lobo Fenrir, capaz de tragarse el sol y la luna con su tumefacta emisión de gases tóxicos. El coche es, todavía hoy en día, una especie de principio y fin, de salvador y destructor del mundo. El automóvil se presenta en el club de la destrucción con dos variantes claras: la de máquina rebelada contra el hombre, y la de máquina que destruye a su paso. Que parecen iguales pero son sustancialmente diferentes.

La máquina rebelada contra el hombre es una especie de robot maligno, que el cine ha retratado de forma muy interesante en algunas producciones de televisión, como algunos capítulos de "The Twilight Zone", pero especialmente a partir de 1971, con tres películas esenciales para entender el papel del automóvil en el cine de terror: El diablo sobre ruedas (Duel, Steven Spielberg, 1971), Asesino Invisible (The Car, Ellito Silverstein, 1977), y Christine (Christine, John Carpenter, 1983). A estas se podría añadir la versión cinematográfica de un relato de Stephen King, llevada al cine por él mismo bajo el título La rebelión de las máquinas (Maximum Overdrive, Stephen King, 1986). Todas ellas nos presentan a un coche con vida propia que persigue a los humanos y los asesina sin piedad, de un modo u otro. En el caso de Duel, con el añadido de que el asesino es un camión que transporta petróleo, lo cual en los años 70 se interpretó como una clara metáfora de la atroz dependencia humana de esta materia prima, y este tema, de algún modo, se retomó en Maximum Overdrive, donde un grupo de aterradores camiones sitian una gasolinera para obligar a los humanos a que les alimenten de carburante, dando la vuelta al argumento.

Sin embargo, los ejemplos que tienen que ver con Zaragoza y que mencionaba más arriba, se alinean más bien con el concepto de automóvil como agente de la destrucción del mundo, es decir, como herramienta creada por el hombre que hace a estos mismos humanos su vida mucho más dificil, sucia y triste, hasta el punto de amenazar la vida sobre la tierra.

José Luis Cano, pintor aragonés vinculado a la renovación de la pintura aragonesa desde los años setenta, y viñetista en El Periódico de Aragón y, desde hace unos años en Heraldo de Aragón, ha retratado magníficamente al automóvil devorador de bienestar en muchas ocasiones en su imprescindible tira diaria. En un estilo mezcla de un cultismo digno de Gracián, y un punto somarda digno de Supermaño, los coches en las tiras de Cano son enemigos y depredadores del peatón. Vehículos con largos morros que son en realidad mandíbulas de afilados dientes recorren a toda velocidad las calles de las ciudades dejando mensajes que no son sino las claves de un mundo en permanente desorden. En ocasiones también los coches se representan en Cano como un atronador ruido o música que inunda el balcón de la casa de un abnegado ciudadano con los oidos tapados con corchos. Desde este feroz aspecto, los coches aparecen en las tiras de Cano generalmente para retratar problemas económicos o sociales de las ciudades o de toda la sociedad.

En cambio, en la exposición "Diálogo de Sordos" que tuvo lugar en la Lonja de Zaragoza entre el 6 de octubre y el 25 de noviembre de 2007, Cano presentó una segunda y sugerente versión de su visión del automóvil dentro de la sociedad. En un lienzo, un desvencijado Peugeot 504 yace sin ruedas y comido por la herrumbre, mientras en su lateral aparece pintado a mano "Et in Arcadia Ego". El enigmático cuadro se explica por la clásica frase (y homenaje al cuadro de Poussin) que recuerda que también en la Arcadia, la tierra feliz, reina la Muerte, de manera que nadie escapa a sus dominios. Según cuenta Cano, no es sino la transposición a lienzo de una pintada que él mismo hizo sobre un 504 abandonado y desvencijado en un remoto lugar del monte próximo a Zaragoza años atrás. Llevado al cuadro, la composición se convierte en una moderna "Vanitas", un recuerdo de que el mundo es pasajero para todos, incluido para el elegante y altivo coche (antiguamente llamado "el coche de los notarios"), que no es sino una máquina que se convierte en basura una vez pasada su vida útil. Es inevitable que que, a la vista del Peugeot yacente, venga a la cabeza el famoso cuadro de Valdés Leal, "Finis Gloriae Mundi", como versión moderna del mismo mensaje. El automóvil inmortal y todopoderoso, queda, en el cuadro de Cano, vencido por la muerte.


Sin embargo, para el automóvil devorador y tirano, no todo es tán fácil. En Zaragoza, como se aprecia en las pintadas (no precisamente grafitis artísticos) que han aparecido en los últimos años en paredes, persianas de comercios y toda clase de lugares, hay un superhéroe dispuesto a luchar contra el automóvil: Bulcador. Como parte de una reivindicativa acción para denunciar la tiranía del automóvil en la ciudad, las pintadas de "Bulcador" se han popularizado, junto al eslogan "Contra el automóvil", en muchas zonas de la ciudad, pero de forma particularmente densa en el centro. Algo que no pasa de ser una gracia un tanto gamberra, tiene sin embargo detrás un claro mensaje de denuncia contra el papel estelar y preponderancia del automóvil en el desarrollo urbano de la ciudad, donde las zonas peatonales, parques o carriles bici crecen a un ritmo muchísimo menor que las anchas avenidas, párking y nuevas zonas del extrarradio. Bajo el mensaje de "Bulcador", las pintadas (ciertamente una acción tampoco muy de aplaudir) forman parte ya del paisaje de Zaragoza, e incluso de algunas zonas de Madrid donde yo mismo las he visto en lugares inconfesables. Y es evidente que engancha con la línea de denuncia de Cano, aunque de un modo diferente.

La última de las manifestaciones del coche devastador en Zaragoza a las que me refiero se encuentra, como casi todo en la ciudad en los últimos años, vinculado a la Exposición Internacional 2008. El recinto Expo, construído sobre un meandro del río al oeste de la ciudad, quiso tener su propio espectáculo acuático instalando una descomunal estructura a caballo de parte de la margen izquierda y el propio río (y que no es precisamente una actuación inocua para el medio) que se conoce como Iceberg. En ella, se desarrolla cada noche un imponente espectáculo que denuncia los abusos del hombre frente al planeta tierra, y cómo esos abusos acaban volviéndose contra el propio ser humano. Y entre estos abusos, como no, tiene un papel importante el automóvil, que aparece representado por proyecciones que se muestran a ambos lados de la descomunal cabeza que centra el espectáculo, en las que aparecen montañas de neumáticos, enormes nudos de autopistas que rasgan el paisaje, y atascos interminables. En el momento álgido de la representación, de la boca de la cabeza, como simbolizando el hastío y la saturación que acaba con la salud del género humano, sale disparado un camión, mientras hay una tremenda llamarada alrededor. Dentro del espectáculo del Iceberg (uno de los imprescindibles de la Expo, junto al "Hombre Vertiente") el automóvil es uno de los agentes más relevantes en el maltratato al planeta y, si bien el discurso del montaje termina dando un lugar a la esperanza, lo cierto es que es una seria advertencia acerca del final del mundo que conocemos provocado por la propia saturación del planeta.

El automóvil como agente del fin del mundo es un elemento constantemente presente en nuestras vidas a día de hoy. No de un fin del mundo en el sentido teológico, desde luego, pero si de un final del sistema de vida que conocemos, para el inicio de un mundo diferente y, en muchos casos, mucho más duro para el ser humano. De una forma más lúdica, conceptual o reivindicativa, algunos ejemplos han coincidido en Zaragoza en poco tiempo, ya antes de la Expo incluso, como seguramente lo han hecho en otras ciudades. El automóvil que, como hemos dicho en muchas ocasiones, fue el auténtico protagonista estelar del siglo XX, parece haber iniciado el siglo XXI con un rol radicalmente opuesto. Enemigo para unos, inconveniente para otros, y amenaza para todos, las consecuencias de su abuso ponen a prueba nuestra capacidad de prescindir, pero además a nivel de la cultura popular, la reformulación del papel del automóvil va a traer nuevas expresiones artísticas y culturales de gran interés. Quizá los tiempos que vengan harán que los héroes de las películas dejen de conducir potentes deportivos (y conduzcan hibridos, como Chili Palmer en "Be Cool") oque las escapadas y viajes iniciáticos dejen de desarrollarse en "road movies" a bordo de grandes coches y tomen otras claves narrativas que hagan desaparecer paulatinamente la imagen positiva o deseable del automóvil en nuestra cultura popular, sustituyéndola por otra de carácter negativo.

Al menos, eso sí, parece que el fin del mundo, al menos en Zaragoza, aún no ha empezado

* Muchas gracias a José Luis Cano, por las conversaciones que tuvimos acerca del cuadro "Et in arcadia ego" y su amabilidad

El Qashqai en la Tate Gallery. Arte urbano, Urbanproof

Hace ya algunos meses, vimos en ¿Dónde está el depósito...? la vinculación entre la división de Nissan en Reino Unido y el arte contemporáneo mediante los premios Nissan Art Project, y el interés de la marca en las manifestaciones del arte urbano a través de su campaña para el Qashqai y los grafitis de Dran. Esta vinculación de Nissan con el arte en el Reino Unido no se explicaría si no fuese por la planta de Sunderland, donde hace algunos años se fabricaba el Primera y actualmente se producen el Qashqai, Note y Micra, y especialmente por el hecho de que la estrella actual de las ventas de la marca, el Qashqai, ha sido integramente desarrollado y puesto en funcionamiento en Reino Unido, entre Sunderland y Bedfordshire, por un equipo británico. El éxito del Qashqai, cuya magnitud ha desbordado la capacidad de producción de la factoría, ha permitido a Nissan utilizarlo como reclamo publicitario para proyectar la nueva imagen de la marca.

La campaña de lanzamiento del Crossover pequeño de Nissan, que ya analizamos aquí en el artículo que citaba más arriba, tuvo como eslogan Urbanproof, (a prueba de la ciudad), acentuando el espíritu urbano del coche, cuya combinación con su aspecto de recuerdo a un todoterreno se convierte en uno de los principales atractivos del coche. Si ya en aquella campaña Nissan se sirvió de los graffitis y dibujos del francés Dran, como representación destacada de la cultura urbana, y el spot de televisión hacía alusión al skateboard, desde entonces la comunicación y la proyección del coche se han centrado en las manifestaciónes de la cultura urbana que tienen lugar en el Reino Unido.

Sólo que en esta ocasión, esta manifestación es una espléndida exposición desarrollada en la Tate Modern Gallery, con el título precisamente "Street Art", en la que se analiza el fenómeno del arte urbano en toda Europa a través de la obra de seis grafiteros. La exposición, que va acompañada de un ciclo de actividades, proyecciones y conferencias, está esponsorizada por Nissan, mediante su modelo Qashqai, y en la que el próximo día 8 de Agosto se hablará del arte en la calle en diferentes ciudades europeas, entre ellas Zaragoza.

Los artistas escogidos son Blu, JR, Faile, Sixeart, Os Gemeos y Nunca, sobre los cuales se plantea una visión y una explicación al arte en la calle en los últimos años. Si todos los artistas han sido basante prolíficos, en mi caso resulta particularmente interesante Blu, cuya obra se puede ver en Zaragoza en algunos solares como el que está detrás del Palacio de los Luna, pintado con motivo de las actividades de "Segundo Asalto". Como ya conté en su momento, Dran, el artista que diseñó los dibujos para la campaña de lanzamiento del Qashqai, también participó en "Segundo Asalto", en una zona muy próxima a la del grafiti de Blu.Tanto la exposición como las charlas, aparecen patrocinadas por Nissan Qashqai, con lo cual se cierra el círculo. Nissan colabora también prestando sus coches para los "Paseos por el arte de la calle" que se realizan coincidiendo con la exposición, y haciendo un seguimiento de las charlas y actividades en la propia web "Play with the city" creada para la difusión del Qashqai

El Qashqai, que nace como una especie de coche urbano diferente, y se apoya en el arte urbano (grafiti) y en las actividades relacionadas con la ciudad (el skate) para su campaña de lanzamiento, contando ya en ese momento con importantes artistas como Dran. Precisamente la campaña de difusión y márketing del coche lleva a Nissan en el Reino Unido a asumir el patrocinio de actividades relacionadas con el arte urbano. Su experiencia previa con el Nissan Art Project, les inclina a patrocinar eventos en colaboración con el museo de arte contemporáneo más importante de Europa, la Tate Modern Gallery, y "Street Art" es un buen ejemplo de ello. La otra vertiente, la de los deportes urbanos, estaría representada por el patrocinio de Qashqai en los eventos de "Freestyle" llamados "Qashqai Challenge", pero quizá tenga que ver con un modo más convencional de crear imagen en torno a una marca mediante el patrocinio, y Nissan lo sabe bien por su patrocinio de otros eventos relacionados con el deporte de aventura.

Este vínculo resulta particularmente atractivo, porque, como hemos visto muchas veces la vinculación voluntaria de los coches con el arte más convencional en las campañas de márketing y también en la comunicación y acción corporativa de los fabricantes. Pero un abrazo tan decidido entre un coche de nuevo cuño y las manifestaciones más vivas del arte urbano, no se había dado en los últimos años, y aunque la vinculación de las campañas del Mini con el diseño en sí mismo han tenido cierto éxito, la originalidad de la difusión del Qashqai hacen que el coche cobre un plus de calidad añadido a su atrevido y en cierto modo fundador concepto. De este modo, este Nissan pasa de ser un coche más con aspecto de todoterreno, a instalarse por derecho propio en un nicho del mercado del que es fundador, y para ello la campaña diseñada para él, si bien ha podido parecer crítptica o lejana en algún momento, en realidad refleja exactamente lo que el coche transmite en su concepto. Un coche para la ciudad, pero para una ciudad diferente, de ahi su eslogan "Urbanproof".

El caso del Qashqai en la Tate es un ejemplo impecable del potencial de las marcas de automóviles como mecenas o patrocinadores de eventos artísticos, pero también de cómo este patrocinio, cuando tiende la mano desde un icono de la cultura "mainstream" como puede ser un coche, hacia espacios de la creación artística más independientes o marginales (por ubicarse en los márgenes de las definiciones convencionales), puede perfectamente ser un puente de acceso a manifestaciones nuevas y novedosas del arte más actual para aquellos a quienes les resulta más sencillo pararse a mirar un coche que un graffiti. Después de no mucho tiempo, descubrirán que no hay tanta diferencia entre ambos.

* Muchas gracias a Jaime, que me advirtió sobre las referencias a Zaragoza en la Tate Gallery, y enhorabuena al equipo de la sociedad Zaragoza Cultural, que con sus actuaciones han conseguido que Zaragoza aparezca como una ciudad viva y activa en los mapas del arte por algo más que el Pilar y la Expo, y especialmente enhorabuena a Victor y Marisa