18 octubre 2011

Sobre alces y cowboys. La contracrónica del Salón de Frankfurt 2011

He tenido la oportunidad de asistir al Salón del automóvil de Barcelona en los últimos 20 años, faltando sólamente a dos ediciones, es decir, que de la primera vez que fui ha hecho en este año justo veinte. Digo esto porque, a puro de repetir y de hacer errores, me siento ya familiarizado con la dinámica, los espacios, y los contenidos del Salón. Puede uno comparar, etc. Pensé que asistir a la primera jornada de prensa del Salón de Frankfurt sería más o menos igual, solo que más grande... pero ¡cuánto más grande! Miguel García me había advertido de ello: El salón es inmenso, cada marca tiene un pabellón, y las ruedas de prensa son una cosa multitudinaria, hay muchísima gente y es difícil ver las cosas. Pero, aunque había visto la presentación del Audi Urban Concept dos días antes, pensé que valdría la pena ver alguna de estas "puestas en escena", de modo que ahí estaba a primerisima hora de la mañana, entrando dispuesto a acudir a la rueda de prensa de los BMW i3 y BMW i8. Y el recinto es tan enorme que llegué justo a tiempo... de ver cómo salían en tromba todos los que habían asistido... ¡¡¡Pues era verdad!!!. después de cobijarme como pude del río de gente y conseguir entrar finalmente al stand (tropezando con un Serie 1 que ni había visto de tanta gente) no me hizo falta ingeniero de pista para entender que había que cambiar la estrategia: evitar las ruedas de prensa y así tratar de ver los coches y los stands en mejores condiciones. Y ahí empezó un periplo por el Salón de Frankfurt en el que pasé por todas las fases, desde la euforia a la derrota más humillante, de la excitación al derrumbe y del cansancio al derroche de energía. Un periplo en el que vi cosas que no sé si soñé y otras que solo recuerdo por las fotos, un viaje digno de una aventura de Don Quijote.

Así que comencé a recorrer el pabellón de BMW con un ojo en los coches y sus detalles, y otro en todos esos otros detalles de escenografía, comunicación y uso del arte como gancho que tanto me interesan. Por ejemplo, ¿Cómo explico las ventajas de la ligereza y resistencia de la fibra de carbono? Pues con una gran y ligera escultura reticular hecha en un material plástico combinado con el carbono, como estaba expuesto en el espacio de la submarca iBMW, junto con otros dioramas y recursos interactivos futuristas.

El espacio dedicado a los eléctricos tenía su personalidad propia, pero no tanta como el rincón dedicado a BMW M, en el extremo opuesto del pabellón. Dispuestos en formación cerrada, con el nuevo M5 en un espacio destacado, los M de BMW se presentaban en un ala decorada como una cabina de insonorización, una sutil pero clara alusión al sonido como un valor añadido de la gama de deportivos radicales de BMW. La gente de BlueScope, un estudio de arquitectura de Berlín, había creado un espacio muy interesante en el que se mezclaban conceptos como sostenibilidad (también por la reutilización de diversas partes del mismo, en algún caso, por tercera vez), e interconexión de las diferentes ramas de la marca, lo cual se plasmaba en la constante intersección de espacios a diferentes niveles de altura. Por ejemplo, debajo de la zona principal de la submarca iBMW, se encontraba una zona de descanso en la que el principal reclamo eran cuatro sillones de Aarnio y una "fuente" de cristales de colores que colgaba del techo, que me trajo a la memoria más rápido que un M5 la del bar más setentero de la provincia de Huesca, el del Hotel Sancho Ramírez de Barbastro (Foto Melgares) y su cascada de cristal sobre la fuente con carpines rojos... ay.

Saliendo del pabellón de BMW, ya más recompuesto, estaban otras dos marcas del grupo, Mini y Rolls Royce. Los primeros tenían una decoración completamente distinta a la de cualquier otro stand del salón. Llena de colorido, algo oscura, con referencias al graffiti, al cómic, al diseño de muebles... toda una panoplia de símbolos para reforzar el concepto urbano, jóven y creativo de su producto. ¿Cuántas opciones de personalización tiene un Mini? Al intentar responderlo me quedé plantado delante de un muro con tantas opciones que parecía el lineal de yogures del Carrefour... Aunque si esto era así, el escaparate de opciones de cueros y tapicerías de Jaguar parecía una tienda de Hermés... Enfrente del stand de Mini, estaba el de Rolls Royce donde, tapado por una tela negra, descansaba el monumental Ghost de batalla larga que presentaría Rowan Atkinson (Mr. Bean) horas más tarde. Viendo lo que se había montado sin famosos, no quise averiguar lo que sucedería en aquel estrecho pasillo cuando el famoso actor apareciese allí, pero no pude evitar pensar que aquel Rolls tapado, queriendo o sin querer, recordaba al Cadillac vestido de Dalí... Aunque unos metros más adelante, el aspecto industrial de los contenedores del stand de Husqvarna (también del grupo), le devolvían a uno a la jungla de acero que es el Salón, además de con una sonrisa a nuestro proyecto de arte contemporáneo enLATAmus, en Remolinos (Zaragoza) instalado en un contenedor casi del mismo color.



Pero ¿Cuánta gente realmente asiste a una de estas presentaciones? Cuando aún no me había recuperado del río de gente con el que tropecé en el stand de BMW, y después de muchas vueltas y pasos, decidí ir a visitar uno de los platos fuertes del salón, el inmenso stand de Mercedes. Entrar desde el espacio de Smart (que ya era grande) fue como entrar a una de esas macrodiscotecas, pero sin gogo's... Cabezas y más cabezas, poca luz, música fuerte... Huí hacia unas escaleras mecánicas y... Ahi pude ver todo lo que cabe en uno de estos sitios ¡¡Si parecía el Bernabeu!!. Tan alucinado estaba mientras las escaleras me llevaban a la parte alta del pabellón que apenas pude creer lo que vi, y aún hoy dudaría si no hubiese hecho una foto. Pero eso lo contaré más adelante. El pabellón de Mercedes, con las luces apagadas mientras duraba lapresentación del Clase B, F125 etc (imposible ver nada... salvo desde el bar) parecía un poco un museo de la ciencia ficción. El chasis del SLS eléctrico volando sobre la escalera como si fuese un Crucero Imperial, o el coche completo pintado con ese color amarillo fosforito que ofendía a la vista.

Claro, que un pabellón de estas dimensiones y ambiciones, tiene toda clase de detalles calculados al milímetro. Desde el punto en el que se termina aparcando el nuevo SLS Roadster (justo debajo de un enorme logo de Mercedes) hasta la posición y el color de los coches expuestos (todos blancos o plateados salvo el C63 AMG Black Series y el SLS Roadster). Por si eso no fuera poco, as esculturas del equipo de diseño de Mercedes, a las que ya me referí en post anteriores, eran como maquetas de la Estrella de la Muerte o similar. Por un momento pensé que Lord Vader aparecería por una de aquellas pasarelas... Por cierto, uno de los puestos más curiosos de las calles del salón también era uno de Mercedes, en el que se hacía énfasis en la disminución de emisiones en el ML desde su lanzamiento en 1999. No tuvieron otra idea que mostrar la diferencia entre unos enormes y malencarados señores vestidos de luchadores de Sumo, y unas impresionantes modelos que mostraban su escultural cuerpo. Una curiosa imagen, desde luego.

En el salón, no obstante, había un mensaje realmente abrumador que se plasmaba al entrar al pabellón del grupo VW. Dejando a la espalda el hilarante stand de Audi (del que ya escribí en su día antes de ir a Frankfurt), entraba uno en un recinto en el que, además de una gran cantidad de modelos de la gama VW, con una gran cantidad de variantes del Up! como protagonista (incluída una buggy que... ¿a que me recuerda...?), asistía uno a una exhibición de poderío del gigante de Wolfsburg. No sólo estaban VW, Skoda y Seat, sino también Bentley, Lamborghini, Bugatti y Porsche. Queda claro quien corta la pana en lo que a marcas de lujo se refiere en Europa. Y por esto de cortar, los de Porsche decidieron, de una vez, ayudarnos a entender cómo es eso del motor por detrás del eje trasero en un 911, cortando una de sus unidades por la mitad en un impresionante display. A ver si así... Y por si no fuera suficiente, en el stand tenían la reconstrucción del Semper Vivus, el que pasa por ser uno de los primeros coches eléctricos de la historia, diseñado por el propio Dr. Porsche en 1900. Quise echar un vistazo a la tienda del stand a ver si, por lo menos, me podía llevar algún recuerdo. Aparte de una gama de productos decorados en homenaje al 917 con el dorsal 23 ganador de Le Mans en 1970 (primera victoria de la marca en las 24 horas), había dos bicicletas de magnífico aspecto. No sé lo que costaban porque al llegar a 4000 euros se me nublaba la vista...


Pero no sé si en el Salón deslumbra más el lujo, o el despliegue abrumador de detalles de comunicación. Como el hecho de que el SLS roadster en la presentación de Mercedes se aparcase debajo de un inmenso logo de la marca. Y luego hay formas y formas de hacerlo. Saliendo del pabellón de Fiat me encontré de frente con un tipo ya entrado en años y vestido con sombrero tejano. Comenté con Miguel García que se parecía a J.R. el malo más malo de la serie "Dallas", y Miguel me sacó de la duda ¡¡¡ERA J.R.!!! pero, ¿Qué hacía Larry Hagman disfrazado de su propio personaje, el adinerado tejano de los pozos de petróleo, en el Salón de Frankfurt... ¡Pues pasearse en el coche eléctrico de General Motors! Me temblaron las piernas cuando vi a J.R. subirse a un Ampera y marchar de paseo, tanto que ni siquiera acerté a sacar la cámara del bolsillo hasta que estuvo ya dentro. Pero creedme, en ese Ampera iba el malo de Dallas... tela




El Salón de Frankfurt es un auténtico monstruo del que uno no puede sacar todo el partido ni queriendo. Me pasé casi 11 horas dentro sin parar de andar, y sólo al llegar al aeropuerto me di cuenta de que no había visto el pabellón del grupo Renault. O detalles como que, estando en el stand de Citroën, no vi el Tubik (y me imagino que no se esconde facilmente...) En la memoria rebotaban las imagenes del escultural C-X16 de Jaguar con el infumable Fisker Surf, un eléctrico cuyo video promocional recordaba al Canyonero de Los Simpson. Y aún así algo maravilloso, donde tienes la opción de recorrer el famoso circuito "indoor" de Audi en un A1 e-tron (como fue mi caso) o ver rodando el que será el primer modelo eléctrico de la marca de Ingolstadt... el R8 E-tron.


Poco antes de salir hacia el avión, volví al stand de Mercedes a ponerle ojitos al C63 AMG y su hermano vigoréxico, el Black Series. Tomandome un zumo de naranja mientras contemplaba a la bestia (el AMG me refiero, porque al lado estaba la otra, la Ducati Diavel), recordé que había visto algo a primera hora de la mañana que me había impactado. Saqué la cámara y me puse a repasar las fotos... ¡Alli estaba! en una foto borrosa, como si se tratase de un Sasquatch en plena huída. En la escalera mecánica de Mercedes, que estaba ahora a mi espalda, entre las maquetas de hitos importantes de la marca, los muchachos de Stuttgart habían puesto... ¡¡¡UN ALCE!!! La gran polvareda que se levantó cuando, en 1997, durante una prueba realizada por la prensa un Clase A volcó haciendo el test del Alce ha servido para que, años después, los de Cannstatt esbocen una sonrisa sobre sí mismos. Volví la cabeza hacia la escalera, pero desde donde estaba no se veía el Alce.

Así que recogí los bártulos y, antes de salir hacia el aeropuerto, me acerqué al C63, me agaché y le susurré al retrovisor "Nos vemos pronto..."