26 agosto 2010

Una exposición dedicada a Buckminster Fuller en Ivorypress Madrid

Richard Buckminster Fuller es uno de los investigadores más interesantes de la primera mitad del siglo XX. Un ingeniero con una visión amplia de todas las artes y técnicas, y lo que es más relevante, con una visión amplia y atrevida de los problemas y horizontes de la sociedad de su tiempo y el futuro inmediato. Hace algunos meses publiqué aquí mismo un artículo en torno a su figura al hilo de su "Dymaxion Car", pero el interés de su producción, tanto práctica como teórica, trasciende en mucho el mero experimento del coche, por interesante que sea. Ahora, Ivorypress Art + Books, la galería que la editorial de Elena Ochoa Foster tiene en Madrid, organiza una exposición que, desde el 1 de septiembre hasta el 9 de octubre, analizará los diferentes aspectos del legado de este incalificable y avanzado pensador.


Bajo el título "Bucky Fuller & Spaceship Earth", la muestra, comisariada por Norman Foster, analizará los diferentes aspectos de la obra de "Bucky", especialmente en sus planteamientos generales de sostenibilidad y respeto al medio ambiente a la hora de abordar sus problemas arquitectónicos y de movilidad. Precisamente la exposición toma el título de uno de sus tratados más famosos, "Operating Manual for Spaceship Earth", en el que plantea una visión de la Tierra como una nave espacial de recursos limitados, enfoque que resulta terriblemente actual y moderno.

La exposición tendrá un acto destacado el día 9 de septiembre, en el que se celebrará un coloquio entre Allegra Fuller, hija de Richard, y los comisarios de la exposición, Luis Fernández - Galiano y Sir Norman Foster. El coloquio se celebrará en el espacio Art + Books de Ivorypress, en Madrid.

Si no sucede nada raro, allí asistiré y, esta vez sí, podré veros a los que vivís por Madrid, si atinamos a coincidir

* Gracias una vez más a Pablo por haberme avisado de este evento.

23 agosto 2010

El diseño gráfico en los coches de competición: “Go Faster”, por Sven Voelkler

Lo bueno (y lo malo) de sentirse cliente de una librería es que, aparte de los libros que uno rastrea en búsqueda presencial, o bien por Internet, de vez en cuando te llega un correo amistoso diciéndote "Me ha llegado algo que creo que te interesará", lo cual suele ser una invitación a compartir intereses y curiosidades. Así me sucede con la Librería Antígona, y así ocurrió cuando Julia y Pepito me avisaron de un libro que les había llegado, "Go Faster", de Sven Voelker, en la editorial Gestalten. "Go Faster" es una obra del artista y diseñador Sven Voelker, en la que cuenta, a través de un proyecto personal con coches en miniatura, una breve pero sólida historia del diseño gráfico sobre los automóviles de carreras. Uno de esos "libros objeto", que tanto nos gustan a algunos, pero además lleno de contenido, incluso en un texto relativamente corto.

El diseño gráfico en los coches de competición es un aspecto extraordinariamente visible y popular pero que, por alguna razón, ha escapado a los análisis históricos y artísticos casi por completo. Algunos estudios se refieren a casos concretos, o más recientes, pero rara vez, por no decir ninguna, se ha abordado desde el punto de vista plástico la evolución de los estilos de decoración de los coches a lo largo del siglo XX. Voelkler lo hace en su libro, aunque
sea de forma breve, y lo plantea con bastante tino.

El diseño gráfico de los coches de carreras tuvo, durante más de medio siglo, una función meramente práctica: identificar al coche desde el borde de la pista. De esta manera, desde la mítica carrera Gordon Bennett (embrión de las 24 horas de Le Mans), los pilotos, que entonces competían individualmente sin más identificación que la de los países a los que pertenecía el fabricante, vieron sus coches cubiertos de colores sólidos y fácilmente reconocibles. Los coches italianos (Alfa, Lancia...), corrían pintados de color rojo, los franceses (Bugatti, Delahaye, Mors...) de azul intenso, los alemanes (Mercedes, Auto - Unión...) de blanco, y los ingleses (Bentley...) de verde, dado que todos los colores de su bandera estaban ya utilizados. Esta identificación es tan intensa que, aún hoy, los fabricantes de estos países tienen estos colores como preferentes en su imagen corporativa, y a menudo cuando se presentan nuevos modelos o prototipos aún se recurre a ellos.

Con el paso del tiempo las exigencias de la competición comenzaron a incorporar nuevos elementos a las carrocerías de los coches de carreras. Dorsales, banderas, nombres... y también los coches comenzaron a variar sus formas. De los enormes monstruos devoradores de asfalto de los primeros años, que requerían siempre la presencia de un mecánico junto al piloto, se pasó a los monoplazas, cuya menor exigencia de espacio permitía carrocerías más afiladas y estrechas con forma de puro o torpedo. El diseño de los automóviles era una superficie cambiante en la que rara vez se incorporaba algo más que el dorsal o algún pequeño mensaje escrito por el piloto o el equipo más con fines propiciatorios que de otro tipo.

Pero el diseño gráfico ya estaba presente en las carreras, en la manera de la publicidad y cartelería que se incorporaba a las carreteras y pueblos al paso de los pilotos. En el periodo anterior a la Segunda Guerra Mundial, las competiciones se celebraban fundamentalmente en carreteras convencionales, en circuitos de gran longitud que atravesaban pueblos, puertos y zonas diversas. La mencionada Gordon Bennett, o las míticas Mille Miglia son carreras legendarias de este periodo del cual en nuestros días el único recuerdo que queda son las carreras de 24 horas, especialmente la de Le Mans, algo que es más que una carrera y que no se parece a ninguna otra que se celebre en la actualidad. En estos inmensos circuitos abiertos comenzó a explorarse el diseño gráfico en los bordes de la carretera.

Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, las carreras comenzaron el lento camino hacia lo que son ahora. Las competiciones abandonaron paulatinamente las carreteras abiertas para ir siendo sustituidas por los circuitos permanentes (aunque con largos kilometrajes), lo cual fue un paso decisivo hacia la sistematización y profesionalización de las carreras. Poco a poco se fueron incorporando patrocinadores permanentes y equipos privados, y el sistema de competición por
países fue dando paso a los eq uipos, oficiales y "privados", de los fabricantes, lo cual abría la puerta a muy diferentes combinaciones y posibilidades de patrocinio.

No obstante, si bien los años 50 (recordar que la Fórmula 1 se creó precisamente en 1950) y parte de los 60 fueron un periodo en el que el diseño gráfico en las carreras fue esencialmente sencillo, limitado a patrones geométricos como líneas rectas o curvas que tenían como misión identificar a los coches en pista, a partir de mediados de los años 60 el panorama cambió dramáticamente. La televisión, la difusión masiva de las carreras y el amplio mercado que ofrecían, abrieron la puerta a la publicidad de modo irreversible. Esto coincide, no por casualidad, con la propia explosión del medio publicitario que, aunque había venido creciendo desde las primeras décadas del siglo XX, a partir de mediados de siglo, y particularmente en Estados Unidos, fue cobrando una importancia, complejidad e influencia sobre la sociedad que se puede
hablar de que la publicidad, tal y como la entendemos hoy, nació en este momento. Así, si bien las carreras siempre habían resultado un espectáculo con un cierto atractivo y popularidad (no exento de polémica, habida cuenta de las incontables tragedias que en cada carrera sucedían), el gran auge de la competición automovilística como evento de máxima difusión rápidamente encontró un sólido matrimonio en la publicidad para su propagación por la imaginería popular, y esto es algo que se explica particularmente bien atendiendo al cine. Entre 1966 y 1971 se rodaron las tres películas fundamentales que han explorado el género de la competición automovilística en el cine, "Grand Prix", de John Frankenheimer (1966), "Quinientas Millas", de James Goldstone (1969), y "Le Mans", de Lee H. Katzin (1971). Esto muestra claramente el interés del público en las carreras de coches, y cómo estas se convirtieron en campo abonado para la publicidad.

Desde inicios de los 60 comenzaron a aparecer, tímidamente, logotipos de fabricantes de elementos auxiliares de los coches, como neumáticos, bujías o amortiguadores. Pero el gran salto vendría con el patrocinio de los equipos privados, que incorporó a las ya tradicionales funciones de identificación del vehículo que el diseño gráfico cumplía, la de poder mostrar sus mensajes y, sobre todo, ligar sus productos al éxito. Si bien inicialmente los coches de carreras eran, en muchos casos, decorados en el mismo lugar de la carrera y pocas horas antes de la competición, a menudo con adhesivos o directamente pintado sobre la fibra de vidrio de las carrocerías, con el paso del tiempo, y ya a finales de los 70 y en los años 80, el diseño gráfico en las carrocerías se fue haciendo más premeditado e importante. Especialmente dado que en muchos casos el desarrollo de un coche estaba ligado a los fondos que el patrocinador principal aportaba al proyecto.

Con el salto de la publicidad a las carreras, los colores corporativos de los países todavía encontraron la forma de abrirse paso en algunos casos, buscando a menudo la coincidencia con los colores corporativos de los patrocinadores, pero como norma principal los coches pasaron a
ser identificados por los equipos a los que pertenecían, y particularmente por los patrocinadores que los sustentan, como sucede hasta hoy. Así, las marcas asociaron sus nombres a los patrocinadores, y a día de hoy aún hablamos de los Porsche 917 Gulf del equipo John Wyer, los Lancia Delta Martini de la escudería Jolly, o los míticos McLaren Honda Marlboro de F1 de finales de los 80.

Todo este análisis, adornado con algunos datos realmente jugosos y valiosas fotografías, es lo que Voelker plantea en "Go Faster", como marco a su pequeño proyecto artístico. En su investigación
acerca del diseño gráfico en coches de carreras, el artista recurrió a miniaturas de coches (mucho más accesibles que los originales, de los que en muchos casos sólo quedan fotografías), que estudió comparándolos con la documentación de los originales. Y una vez vistas las cualidades del diseño gráfico de cada uno, cubrió todas las miniaturas de polvo blanco de yeso para comparar los diseños de las carrocerías en un color completamente neutro y fantasmal, y después cubiertas con los diseños gráficos en cada caso.

"Go Faster" es un libro cuidadamente editado (a la altura de otros productos de Gestalten), que aúna un breve pero certero análisis de la evolución del diseño gráfico en los coches de competición con magníficas fotografías de diferentes épocas de la historia del automovilismo, así como las fotos de las intervenciones de Voelker sobre las miniaturas. Un hermoso libro que es, además, una rareza, dada la poquisima o casi nula bibliografía que existe en torno a este asunto. Y, desde luego, abre la puerta a muchos posibles estudios muy interesantes que están por hacer acerca de aspectos esenciales del diseño gráfico en la historia de la competición a
motor.