11 septiembre 2010

VW y la arquitectura del poder en "The International", de Tom Tykwer

¿Que tienen que ver un banco internacional con sede en Luxemburgo, envuelto en turbios negocios de tráfico de armas a dictaduras del tercer mundo, con el grupo VW? En la realidad, nada, pero en el cine esta extraña alianza se materializó en 2009 en una película del director alemán Tom Tykwer, "The International". Protagonizada por Clive Owen y Naomi Watts, se trata de un "thriller" policiaco con el argumento principal de las oscuras relaciones entre el IBBC, un (inexistente) banco radicado en Luxemburgo pero con intereses en todo el mundo, al que Owen y Watts deben investigar. Una corporación de este tipo (nos hemos acostumbrado a compararlas con un Lehman & Brothers o similar...), que tiene una sede inmensa. Un edificio apabullante, lleno de cristal, con una gran cantidad de dependencias diferentes, todas ellas mostrando el poder a través de la alta tecnología. Una sede para la cual, en la película, se decidió utilizar... la sede central de VW en Wolfsburg, en su Autostadt.

Como hemos comentado aquí en muchas ocasiones, uno de los elementos de los que los fabricantes de coches se han servido desde siempre para construir su imagen de marca, ha sido la arquitectura. Desde los primeros pasos de la industria del automóvil, los fabricantes comprendieron que la asociación con la arquitectura era inevitable. Bien para construír nuevas factorías que respondiesen a las necesidades técnicas de la fabricación, o bien para edificar oficinas y edificios centrales que transmitiesen prestigio a los clientes y colaboradores. En este mismo blog hemos hablado en numerosas ocasiones acerca de estos ejemplos, desde los más antiguos ejemplos de la Casa Michelin de Londres, las factorías de Albert Kahn para Henry Ford, o el mismisimo Chrysler Building the Van Alen, hasta el BMW Welt de Coop Him(m)elblau o el Museo de la Automoción de Mansilla y Tuñón. Pero probablemente el fabricante que más dedicación a prestado a la "arquitectura corporativa" en las dos últimas décadas en el mundo ha sido VW.

El que es en este momento el primer fabricante europeo, ha incorporado a su estrategia de revalorización de las marcas del grupo, y particularmente de VW, un programa arquitectónico espectacular que compone un mensaje único en el mundo de la automoción. La nueva arquitectura corporativa que el Grupo VW ha desplegado en las factorías de sus marcas es un ejemplo de lo muy importante que este elemento se ha revelado de cara a la percepción y transmisión de imagen de una marca. Oficinas, fábricas y museos para Audi, VW, Skoda, Bugatti o Lamborghini han sido una estrategia del grupo VAG para elevar el prestigio de sus marcas. De algún modo, este ha sido un programa arquitectónico en el que la marca de Wolfsburgo ha tratado de mostrar al mundo y al resto del sector su posición predominante sobre el mercado europeo. Y lo ha hecho mediante una expresión del poder casi tan antigua como la civilización: la arquitectura. A través de la arquitectura se mandan mensaje que cualquiera puede comprender: fortaleza, transparencia, claridad, ocultación, proporcionalidad, derroche... VW ha construido su propio mensaje arquitectónico, y lo que es más interesante, a través, casi exclusivamente, de un sólo arquitecto o gabinete, como en muchos de los casos más famosos de la historia del arte. Así, al alemán Gunter Henn han correspondido encargos como una fábrica hecha en cristal para construir el buque insignia de la marca, el VW Phaeton, o un museo - centro cultural para la marca de prestigio del grupo, Audi. Y en todos ha mostrado su lenguaje áulico, trufado de ejemplos impresionantes de alta tecnología.

El principal edificio de este programa arquitectónico, es el Autostadt de Wolfsburgo, la ciudad del motor en la que se encuentran las oficinas centrales del grupo VW, pero que es un auténtico parque temático. Una ciudad del motor (que así se llama), en la que caben desde centros de diseño hasta espacios para la entrega de coches, como las famosas torres - aparcamiento robotizadas de las que ya hablamos aquí al hilo de la evolución de los párking. Dentro de este inmenso complejo, que se puede ver aquí en Google Maps, se encuentra el principal edificio, que es una muestra clara de lo importante que es lo visual en arquitectura. Los imponentes muros de cristal que reciben al visitante, son en realidad unas gigantescas lamas de persiana, unos pílonos móviles que se pueden girar en función de la incidencia de la luz o las inclemencias del tiempo, dejando el inmenso vestíbulo central abierto o cerrado del exterior a voluntad. El edificio completo es un ejemplo de arquitectura del poder, y desde el ideario de VW manda un mensaje claro: transparencia, nuevas tecnologías, y respeto a la tradición.


Pero entonces, ¿por qué un edificio que está construido con la intención de mandar un mensaje positivo y que ayude a la imagen de una marca, puede a la vez ser útil para mandar un mensaje de distanciamiento y deshumanización? Habría muchas respuestas a esta pregunta, algunas de ellas bastante evidentes acerca de la naturaleza del poder. Pero hay una que es evidente, Pues precisamente porque ambas intenciones se emiten desde el poder, y la arquitectura de representación tiene un lenguaje común, aunque la sintaxis se pueda interpretar en función de las circunstancias. Las proporciones enormes del edificio y su transparencia, igualmente se pueden interpretar como un alarde de tecnología y voluntad de transparencia (en el caso de VW), o como la voluntad de empequeñecer al indivíduo y de poner la transparencia en la primera página para disipar sospechas sobre lo que se hace (en el caso del ficticio y corrupto IBBC).

Para comprender este lenguaje de la arquitectura del poder es terriblemente útil y altamente recomendable el ensayo de Deyan Sudjic (director del Museo de Diseño de Londres) "La arquitectura del poder", del que ya hemos hablado aquí en más ocasiones. La forma en la que el poder, que no es otra cosa que la expresión de una posición dominante en términos relativos respecto al entorno, se manifiesta en forma de arquitectura, es algo no sólo evidente. Es lo que nos permite leer la civilización de cada momento. Leemos civilizaciones a través de templos, catedrales, castillos o estadios de fútbol. Y en todas ellas hay una voluntad no sólo funcional, sino también programática.

Quizá el hecho de que la sede de un grupo automovilístico de vanguardia, se camufle bien en la pantalla como la sede de un banco corrupto y sin escrúpulos ofrece interpretaciones de nivel social y antropológico. Desde el punto de vista del cine y de la arquitectura, es realmente atractivo y sugiere nuevas relaciones para el futuro. Desde el punto de vista del automóvil, la confirmación de que la arquitectura corporativa del automóvil es un pilar fundamental de las manifestaciones arquitectónicas del cambio de siglo. Es decir, Arte.

* Autostadt de VW en Google Maps

** Gracias a Marcelino por facilitarme la pista de "The International".