19 junio 2012

Tres (más una) cosas que el coche eléctrico cambiará en la cultura del automóvil. Preparando #TweetsAndCars

 

El coche eléctrico se ha convertido, en poco tiempo, en el depositario de grandes expectativas sobre el futuro de la industria del automóvil y de la sociedad. Emisiones inexistentes, ausencia de ruidos o el fin de la dependencia del petróleo son algunos de los argumentos que popularmente más se han utilizado para atraer al público hacia el coche eléctrico, particularmente desde los medios de comunicación no-especializados. Sin embargo en el campo de los medios especializados los debates técnicos se multiplican y las expectativas sobre el impacto del automóvil eléctrico en el futuro crecen. El próximo jueves 21 se celebrará en garAJE Madrid "TweetsAndCars", un foro que reunirá a aficionados y especialistas en materia del automóvil (con especial vocación por la comunicación en Internet) y en el que el tema principal será el coche eléctrico. Para alimentar ese debate y dar eco a algunas de las cuestiones menos tratadas en torno al coche eléctrico, he juntado aquí algunas reflexiones acerca de cómo creo que éste influirá en el futuro diseño de los coches.

1.- El fin del coche de los niños.

Cuando somos pequeños y dibujamos un coche, normalmente lo hacemos con formas cuadradas separando tres partes: morro - habitáculo - maletero. Por muchas vueltas que se le de, la forma básica de lo que entendemos por un coche apenas ha cambiado en 60 años. Esta forma responde a cuestiones técnicas sencillas: Separar el ruidoso motor de gasolina o gasoil del compartimento donde van los pasajeros, y a su vez hallar un compartimento para el equipaje que no sea tan expuesto como los viejos cofres de antes de la Segunda Guerra Mundial. Si prescindimos del motor de gasolina por un silencioso motor eléctrico, y no tenemos que abrirle paso a una compleja transmisión con caja de cambios... ¿qué nos queda?

La arquitectura básica del coche eléctrico es, en pocas palabras, como un monopatin: una plataforma bastante plana (generalmente albergando las baterías) con las ruedas en los extremos y que tiene muy pocas limitaciones a la hora de diseñar la carrocería que la cubrirá. Si bien aún hoy los eléctricos están basados en modelos ya existentes, o bien están limitados en cuestiones de diseño por una clientela aún prudente, en pocos años el diseño de los coches puede haber cambiado radicalmente. Quizá los Mitsubishi iMiev - Citroën C-Zero - Peugeot iOn avancen lo que puede suceder al configurar los frontales de los coches, pero los límites están aún muy lejos. Las escasas o nulas necesidades de refrigeración forzada de las mecánicas eléctricas eliminarán el corsé de las entradas de aire en el morro de los coches, con lo que tendremos coches con verdadera forma de burbuja, con morros muy bajos y aerodinámicos, y en definitiva toda clase de atrevimientos que antes estaban vetados por razones estructurales.

2.- Rediseño de los interiores. El espacio de verdad

Como consecuencia de lo anterior, el diseño de los interiores será mucho más libre que hasta ahora. Es muy posible que los túneles de transmisión desaparezcan casi por completo, especialmente si proliferan conceptos como el "Michelin Active Wheel" en el que todo el conjunto de transmisión, freno y dirección se ubica en un bloque dentro de la propia rueda. Al no existir caja de cambios el acoplamiento de los motores a las ruedas requerirá mucho menos espacio y eso dejará interiores completamente diáfanos. Hace unos años, incluso conceptos sin compromisos como el Bertone Génesis tenían que ceder espacio en su interior para habilitar el hueco a partes estructurales de la transmisión o la suspensión. El coche eléctrico podría borrar eso, definiendo un nuevo concepto del espacio incluso para coches de corte deportivo. Espacios planos a los que acoplar unidades de asiento como los del Mercedes F125 podrían ser comunes en todos los segmentos en poco tiempo.

3.- Seguridad activa electrónica. No chocarte.

Ya en la actualidad hay varios fabricantes que incorporan sistemas de control de la distancia con el coche de delante (Controles de velocidad adaptativos) e incluso que frenan el vehículo en caso de despiste del conductor (El más famoso el caso de Volvo y su frenado automático). Recientemente dos experimentos de Volvo y CSIC han experimentado con la conducción automática en carretera abierta, con coches que eran guiados por sistemas electrónicos sin intervención de un conductor, y es conocido el caso del proyecto de coche autónomo de Google que, incluso, ha forzado la primera legislación sobre conducción no-tripulada del mundo en el estado de Nevada. Como planteaba William J. Mitchell en sus trabajos al frente del MIT Media Lab y su proyecto CityCar, si en los coches eliminásemos el riesgo de colisión podríamos desprendernos de una gran cantidad de peso estructural que está unicamente diseñado para protegernos en caso de impacto. Los coches que circulan en ciudades incluso suelen hacerlo a baja velocidad (la velocidad media en hora punta en Londres no  llega a los 10 km/h. Si fuésemos capaces de crear una red de coches inteligentes que circulasen por la ciudad comunicándose entre ellos y evitando colisiones no sólo la sociedad lo agradecería sino que el diseño de los coches cambiaría radicalmente y para siempre. Serían posible frontales de cristal como en los prototipos que vemos a veces en los concursos de diseño patrocinados por Toyota, y formas que ni podemos imaginar... o quizá sí.

 

+1 .- El sonido del silencio

Evidentemente, no podía dejar este pequeño listado sin referirme al sonido. El cambio que los coches eléctricos traerán al automóvil al privarlo de su característico sonido será en realidad un cambio cultural de magnitud enorme. Los coches, asociados culturalmente a la sociedad desde su mismo inicio a través de su sonido (En la fascinación de artistas como Russolo) perderán su voz para devolvérsela a las personas. Y en las ciudades ese puede ser un cambio sustancial que haga al automóvil mucho más "amigable" para la ciudadanía. El mero hecho de reducir el rumor de los coches a ralentí en los semáforos o en las breves fases de aceleración urbanas hará que las megápolis a las que estamos acostumbrados cambien de significado profundamente. Permitirán aflorar otros sonidos ahora ocultos, ser más conscientes del resto de los habitantes (sea eso bueno o malo) y quizá recuperar sonidos de la naturaleza que aún vive en las urbes.

Pero entonces, nos perderemos algo que, a los aficionados, nos cuesta explicar con palabras. Algo que es emocionante, telúrico, irracional. El bramido de un motor acelerando, o soplando en fase de reducción. Los gorgoritos de un turbo descargando su presión, o los truenos de un escape reduciendo... Eso desaparecerá y lo perderemos para siempre. Y para eso no tengo consuelo, salvo que, como historiador, siempre podremos recordar a esos monstruos ya extinguidos.

* TweetsAndCars, próximo jueves 21 a las 19h. Inscripción gratuita