20 noviembre 2009

Los gremlins de "Gremlins" y el declive de la industria americana del motor



Si alguna vez os regalan una especie de hamster extraño con ojos grandes y habilidades para el canto, es mejor no darle de comer después de las 12 de la noche, procurad que no le caiga agua encima y que nunca quede expuesto a la luz del sol. Si sabéis de que hablo, es probablemente porque ya váis teniendo una edad, o porque sois fan del cine fantástico en general. El hecho es que en este año se han cumplido 25 del estreno de una película cuya huella todavía hoy es persistente, "Gremlins", de Joe Dante. Como muchas veces me recuerda Toni en nuestras conversaciones, aparte de la nostalgia de quienes fuimos niños en aquel tiempo, el cine americano de entretenimiento de los años ochenta tenía una característica que lo hacía objetivamente interesante, y es que en estas producciones destinadas al entretenimiento, había siempre sitio para la calidad en los guiones, las tramas y el desarrollo de las películas. Sin demasiadas ambiciones quizá, pero sin renunciar a todo a cambio de productos de usar y tirar.
Joe Dante, que había dirigido justo un año antes una adaptación cinematográfica para una nueva "The Twilight Zone", quizá no tuvo una gran carrera como director, pero tuvo como guionista de "Gremlins" a Chris Columbus, quien también escribió más tarde otras celebradas comedias como "Los Goonies", o "Nueve Meses", o incluso dirigió "Solo en Casa" y dos películas de Harry Potter. El hecho es que "Gremlins" fue un producto redondo que colocó a aquellos pequeños y bipolares seres entre los iconos de la cultura popular de forma inmediata.

En la cultura anglosajona, sin embargo, los "gremlins", existían ya mucho antes de la película. Como en tantas otras tradiciones orales de todo el mundo, los "gremlins" de los anglosajones son una especie de duendecillos malvados que se dedican a gastar faenas a las personas y a meterse en las máquinas para romperlas. Una transposición de nuestras "animillas", o de los "yinn" de la cultura árabe, seres traviesos implantados en la cultura popular para dar explicación a aquellas cosas que parecen no tenerla y que nos perjudican. Los "Gremlins" de Joe Dante no son pues sino una materialización de estos seres de la cultura popular sajona.

Pero ¿que tiene esto que ver con los coches? A principios de los años 80, Estados Unidos asistía a lo que hoy sabemos que fue el inicio del declive de la industria nacional del automóvil (y de buena parte de la industria pesada en general) que había dominado las décadas centrales del siglo XX. Tras las crisis del petróleo de 1973, la necesidad de coches más pequeños y ahorradores abrió la puerta a los fabricantes de otros países, como los japoneses y los europeos. En la segunda mitad de los setenta, coches como el Volkswagen Rabbit (nuestro Golf) o el Honda Civic, simbolizaron el desembarco de los fabricantes mundiales en el país en forma de ventas crecientes y masivas. Muchos fabricantes se aferraron a la etiqueta "Made in USA" como argumento de ventas, aferrandose a la proverbial calidad de los productos americanos. Pero ese tiempo había pasado, y los coches producidos en Estados Unidos a principios de los ochenta eran de baja calidad a todos los niveles. ¿Cómo explicar este declive? En "Gremlins" el viejo cascarrabias Martin Futterman le pone voz de forma un tanto cómica a la amenaza que muchos americanos veían en la importación de productos extranjeros. "¿Esta bien que lleves a arreglar la excavadora y la encuentres llena de piezas extranjeras?" pregunta algo borracho a una muchacha mientras le desalojan de un bar que está cerrando, "Gremlins..." dice mientras mira a su descacharrada excavadora "...cuidado con los extranjeros, ponen en las máquinas..." dice mientras se sube con dificultad a la máquina. Futterman representa a una parte de la ciudadanía que achacaba el declive de la industria americana, producido por causas totalmente internas, a la presión y malas artes de las industrias de otros países. Un declive del que el antropólogo Marvin Harris habla en su "La cultura norteamericana contemporánea", escrito en 1981, y que sitúa como una causa de frustración de la sociedad estadounidense manifestado en la reducción alarmante de su calidad de vida (¿Por qué las cosas se rompen?, se pregunta).
En realidad, el "gremlin" que se mete en las máquinas para romperlas está presente durante toda la película, donde diferentes aparatos están siempre dando sustos a los protagonistas, empezando por el propio Mr. Peltzer, un inventor lleno de voluntad pero que no hace sino diseñar artilugios inútiles o arreglar otros sin grandes resultados, causando más problemas de los que resuelve.
Así que ya tenemos la unión entre los malvados geniecillos de la cultura anglosajona, que inspiraron la película de Joe Dante, y la personificación de la industria americana y de los usuarios frustrados que son Randall Peltzer con sus inventos locos y Murray Futterman con su obsesión por los "gremlins" que los extranjeros meten en las "infalibles" máquinas americanas.
Pero, ¿no es esto demasiado especular? Quizá podría parecer que hago un análisis un tanto ventajista de la película, llevando unos simples requiebros en el guión a mi terreno. Sin embargo, hay otro detalle en la película que justifica plenamente para pensar que esto es así, y que deliberadamente he dejado para el final pero que está al principio. Tan al principio como que no hay que esperar ni un minuto del montaje original de "Gremlins" para que comprendamos el automóvil es un actor secundario estelar en esta alegoría de la industria americana. La película comienza con el inventor frustrado Randall Peltzer visitando el barrio chino en un plano narrado con voz en off al más puro estilo de las películas de detectives del cine negro. Peltzer se dirige a un sótano de una tienda, y pasa inadvertidamente por delante de un coche aparentemente averiado, o que acaba de chocar con una señal de tráfico. El coche apenas está un segundo en plano, que puede hacer que no nos demos ni cuenta, pero si hacemos pausa vemos que no sólo no está ahi por casualidad, sino que en ese coche accidentado en la acera está la clave para una lectura transversal de la película. Porque el coche accidentado se trata nada menos que de... ¡¡¡un AMC Gremlin!!!
American Motors Corporation (AMC) fue un fabricante de coches americano que llegó a ser relativamente popular a pesar de su breve existencia. Creada en 1954, por la fusión de las míticas Nash y Hudson (si Hudson como Hudson Hornet, el coprotagonista de "Cars") y extinguida en 1987 tras ser adquirida por Chrysler, AMC puede ser más conocida en Europa por haber sido el fabricante de los Jeep durante década y media, y porque de su alianza con Renault llegaron a Europa los primeros Jeep Cherokee con motor diesel de la marca francesa, pero bajo licencia AMC. Tras la compra por Chrysler en 1987, AMC se extinguió y Jeep continuó hasta hoy como marca propia.
Pero, ¿y que es eso del Gremlin? sencillamente, AMC fue el primer fabricante americano en comprender que la batalla por los coches del presente estaba en los tamaños pequeños, y por ello en 1971 desarrollaron un nuevo modelo, al que bautizaron temerariamente como "Gremlin". El Gremlin fue un coche que tuvo un cierto éxito de ventas, adelantándose a las réplicas correspondientes de Ford y General Motors, con coches que nunca terminaron de funcionar. El Gremlin tuvo enseguida su popularidad, sobre todo por algo que sería, a su vez, una de sus debilidades: sus potentes motores y alto rendimiento en algunas versiones que incluso tuvieron tracción a las cuatro ruedas. Este modelo, que todavía hoy acumula unas cuantas páginas de homenaje en Internet, como ésta, pretendió ser una respuesta a los coches pequeños europeos y japoneses... y no lo consiguió. Pese a ser uno de los coches más vendidos de AMC en la década de los setenta, el Gremlin languideció, frente al eterno VW Escarabajo, que aún se vendía, y los coches japoneses, que ofrecían un ahorro de combustible muy notable frente a los grandes motores de 6 cilindros en línea y 8 en V del AMC. Reencarnado en el Spirit, y finalmente en el AMC Eagle Kammback, el Gremlin finalmente desapareció en 1983, justo un año antes del rodaje de "Gremlins". No sin antes haber tenido el dudoso honor de ser elegido como uno de los 50 peores coches de todos los tiempos por la revista Time



La película de Joe Dante tiene, por tanto, un segundo nivel de lectura más allá de la historia de Billy Peltzer y su particular regalo de navidades, que tiene que ver con el significado original de "gremlin" en el mundo anglosajón. Y adaptado especialmente a una coyuntura particular para la historia económica y social de Estados Unidos, "Gremlins" juega con el pobre AMC averiado en el primer minuto de la película y con el discurso de Mr. Futterman junto a su excavadora para dar una visión un tanto pesimista del futuro de su industria en general y de la automovilística en particular.
El prometedor AMC Gremlin, que años atrás parecía poder luchar contra los coches pequeños importados, se ve defenestrado ya en el primer minuto del film, abandonado en pleno barrio chino, como símbolo de algo fallido y equivocado, quizá incluso empezando por el nombre. Y mientras tanto, los viejos usuarios, como Mr. Futterman echan la culpa del mal funcionamiento de sus máquinas a los extranjeros, que meten "gremlins" en las piezas de recambio para así boicotearlas, en vez de aceptar que quizá esas máquinas hace tiempo que dejaron de ser tan perfectas.
Asi que ya sabeis, si tenéis un AMC Gremlin, procurad no echarle gasolina después de las 12 de la noche, evitad que se moje, y que le de la luz del sol. Si algo de eso le pasa no es posible que se reproduzca ilimitadamente, pero seguro que alguna pieza extranjera os juega una mala pasada.

17 noviembre 2009

Philip Johnson y la Catedral de la Ruta 66

La cultura del automóvil en el siglo pasado, y particularmente en Estados Unidos, es una fuente inagotable de datos para el estudio de la sociedad desde el punto de vista antropológico, político, económico y artístico, entre otros. Lo que quizá no es tan común esperar, es que también nos deje potentes rasgos acerca de las creencias y religiosas y la forma de experimentarlas que hemos tenido durante las últimas décadas, y no me refiero a los rosarios o estampitas de la virgen colgando del retrovisor interior. Ni tampoco al interesante pasaje de "El péndulo de foucault" en el que Umberto Eco hace un paralelismo entre un arbol sefirótico y la mecánica de un automóvil. Me refiero a una historia pintoresca que pone en contacto una vez más la cultura del automóvil con la arquitectura, esta vez de una manera inesperada.

En 1955, el reverendo Robert H. Schuller recorría la Ruta 66 junto con su esposa, pensando que había allí espacio y material para realizar su "ministerio" y poder extender la palabra de Dios. Al estilo de los predicadores americanos, trató de hacerse con un espacio en el que poder dar lugar sus sermones, llegando así a la comunidad de fieles o potenciales fieles que en el entorno se aglutinaban. Según su propia biografía relata de forma casi hagiográfica, tras haber constatado que los nueve primeros lugares que había seleccionado estaban ya ocupados o no disponibles, el reverendo consiguió asentarse en el décimo espacio al que se acercó. Y este espacio no era otra cosa que uno de los múltiples "Cine - En - Coche" del condado de Orange, concretamente el "Orange Drive In", en Garden Grove, California, apenas a 40 kilómetros de la mítica Ruta 66.

Aunque el "teatro - cine" llevaba abierto desde 1941, quizá el hecho de que Disneyland hubiese abierto en 1955 uno de sus parques en Anaheim, apenas a un par de millas de Garden Grove, pudo contribuir a que paulatinamente este, junto con el resto de los "Drive - in" del condado de Orange fuesen declinando. El hecho es que el reverendo Schuller comenzó a hacerse rápidamente con una importante parroquia con sus curiosos sermones. Encaramado al techo del bar del cine, mientras su esposa ponía música con un órgano electrónico, posiblemente Schuller fue uno de los primeros, si no el primero, en tener una iglesia para feligreses en coche, que, como es de imaginar conociendo el contexto social y religioso, rápidamente cobró auge hasta dejar las plazas del "Drive - In" pequeñas para la afluencia de personas a escuchar sus sermones de los domingos. La iglesia del "Orange Drive In" tiene incluso su pequeño milagro, ya que, según cuentan los hagiografos de la comunidad, una vez Schuller estaba decidido a trasladar la iglesia unas millas más allá y abandonar el "Drive in", una de sus feligresas le pidió que no dejase sus sermones para fieles en coche, ya que su marido, gravemente enfermo, no podía asistir de otro modo. Schuller siguió dando sus sermones desde el techo del "Snack Bar" a la explanada abarrotada de coches y, como en las leyendas medievales sobre la fundación de nuevas iglesias, el hombre enfermo sanó.

La historia de los sermones de Schuller es, de algnua manera, la historia de la evolución de este tipo de religiosidad en Estados Unidos, y la historia de Estados Unidos mismo. En la congregación de Garden Grove, siempre consideraron importante el papel de los feligreses que acudían a escuchar sus sermones desde los coches, así que Schuller, para finales de los años 60, consiguió contratar a uno de los arquitectos más prestigiosos del momento en Estados Unidos, Richard Neutra, para que dignificase el lugar donde se realizaban sus actos dominicales. Neutra, vienés de nacimiento y emigrado a Estados Unidos antes de la Segunda Guerra Mundial (caso curiosamente paralelo al de Victor Gruen, del que hablaré próximamente), creó un pequeño espacio en el que el predicador, eje esencial sobre el que gira esta comunidad, pudiese ser visto al tiempo por un auditorio convencional, sentado en sus butacas y a cubierto, y por el auditorio compuesto por las docenas de coches aparcados en la antigua explanada del "Drive - In - Theatre". El bloque tenía un importante muro de cristal, material no demasiado usado en la época en la zona por el peligro de terremotos que siempre acompaña a California, que conectaba tanto al auditorio cubierto como al descubierto.

Pero para Schuller esto no era más que un paso intermedio. En 1970, el reverendo comenzó a ampliar su popularidad a través de un programa que, para 1975 se emitía en 50 de los estados de la Unión, y que hizo que las donaciones y ambiciones de la comunidade de Garden Grove se disparasen. "Hour of Power" Un programa que pasa todavía hoy por ser uno de los más longevos y vistos de la historia, con audiencias recientes de hasta 20 millones de espectadores, y que aúna todo lo que se puede esperar de un programa americano que presenta un telepredicador (algo se puede ver aquí, con una entrevista nada menos que a Alonzo Mourning"). "Hour of Power" hizo que las ambiciones del telepredicador llegasen tan alto, que decidiese construír un edificio que se pudiese comparar con los más relevantes templos de la cristiandad (otra clásica ambición para algunos hombres a lo largo de la historia, por cierto). Y para eso se dirigió, de nuevo, a uno de los más prestigiosos arquitectos del momento, quizá uno de los más influyentes de la segunda mitad del siglo XX en Estados Unidos, Philip Johnson. Pero en esta ocasión, Schuller y Johnson decidieron que el edificio partiría de cero, dejando a un lado el antiguo "Snack Bar" convertido en santuario por Neutra, y proyectaron un pomposo y espectacular edificio pocos metros al norte del antiguo emplazamiento del "Drive In". Construído en 1980, la "Catedral de Cristal", es un edificio hecho a la medida de la desmesurada pasión religiosa de las comunidades americanas y su habilidad para financiar su fe. Un poderoso bloque hecho de cristales, para recordar, según cuentan, la sensación de los primeros sermones de Schuller a cielo abierto delante de una explanada repleta de coches, con un inmenso altar hecho con mármol traído de Alicante (literal). Como cualquier catedral, el edificio de Schuller está repleto de riquezas a la gloria de Dios, como recuerdan en su propia página web, y con la misma semántica que en muchos edificios a lo largo de la historia de la cristiandad, la modesta iglesia de Neutra (la segunda que construía en menos de cinco años), ha quedado como recuerdo al lado del nuevo y avasallante edificio.

Pero, ¿de que nos suena Philip Johnson?. Dejan Sudjic, director del Museo del Diseño de Londres, en su magnífico e imprescindible libro "La arquitectura del Poder", hace un fiel y duro retrato de Johnson. Un arquitecto con una importante inclinación a estar junto al poder, que en su juventud y madurez mantuvo simpatías por determinadas expresiones del Nacionalsocialismo alemán, y que en los últimos años de su carrera había adquirido el papel de gurú para una nueva generación de arquitectos que hoy nos suenan enormemente: Piano, Hadid, Foster, Nouvel, Rogers... Pues bien, Philip Johnson, también dejó una importante, aparatosa y pretenciosa obra en España que manifiesta su alto nivel de empatía con eso que Sudjic llamá "Arquitectura del poder". Es decir, hasta que punto Johnson hace de la arquitectura un auténtico estandarte de las intenciones. Johnson construyó en España las conocidas como "Torres Kio", el edificio Puerta de Europa, en la Plaza de Castilla de Madrid. Las torres inclinadas se convirtieron inmediatamente, hasta la reciente construcción de los rascacielos de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, poco más allá, en una de las imágenes predilectas de Madrid en España y en el exterior. De manera que Johnson contribuyó, al igual que en la "Catedral de Cristal", a crear un edificio emblemático que sirva de referencia a una comunidad, aunque con fines muy diferentes.

La "Catedral de Cristal" pasa por horas bajas recientemente. La comunidad ha sufrido la crisis económica con dureza y "Hour of Power" ha perdido tanta audiencia que podría dejar de emitirse. Las Torres Kio, en cambio, parecen mantenerse, a pesar de su eternamente amenazante inclinación. Lo que quizá no saben en Garden Grove, es que en la misma arquitectura de Philip Johnson, se atisba una importante lucha, la lucha más importante de todas, la lucha eterna entre el bien y el mal.

Porque por si bien la "Catedral de Cristal" está construída en honor a Dios, a través de su ministro Schuller, aqui sabemos que las Torres Puerta de Europa, por mucho que las llamemos Torres Kio, o Torre Caja Madrid, son en realidad un monumento consagrado al Diablo. Como nos contó Alex de la Iglesia, son el signo de la Bestia

Alex de la Iglesia, "El dia de la Bestia", 1995

* Foto 1: Edificio de Richard Neutra que sustituía al antiguo "Orange Drive In"

** Foto 2: Orange Drive In preparado para uno de los sermones de Schuller

*** Foto 3: Catedral de Cristal en la actualidad

**** Foto 4: Fotograma de "El Día de la Bestia" con el edificio Puerta de Europa

> La "Catedral de Cristal" en Google Earth