15 julio 2010

Eero Saarinen y el Centro Tecnológico de GM. Diseñando el futuro en los años 50

Hace algunos meses dedicamos un artículo al diseño de automóviles en Estados Unidos entre los años 50 y 60 del siglo pasado, haciendo un especial hincapié en el trabajo realizado por Harley Earl al frente del departamento de diseño de General Motors. En su momento, hacíamos referencia al Centro Tecnológico que la marca creó en Warren, cerca de Detroit, diseñado y concebido por Eero Saarinen. Y hoy es el momento de volver sobre este espacio, ya que su importancia en la dinámica del diseño de automóviles, así como las interacciones que se crearon entre este entorno de diseño y la arquitectura, hacen especialmente interesante este proceso, que nos permite además acercarnos a uno de los arquitectos más relevantes del siglo XX en Estados Unidos.

El Centro tecnológico de GM fue un encargo que Eero Saarinen heredó del despacho de su padre Eliel. Los directivos de la marca, tras la Segunda Guerra Mundial y en los albores de la "Era Dorada" de la industria estadounidense, decidieron crear una estructura de investigación en innovación en la empresa que acogiese a los mejores ingenieros, técnicos y proyectistas en un entorno ideal para diseñar el futuro. El espacio, que todavía hoy sirve a los equipos de diseño y planificación de modelos de GM como base de operaciones, ocupa algo más de 240 hectáreas en uno de los núcleos adyacentes a Detroit, y su concepción, y especialmente lo que en él se fraguó durante los años 50 del siglo XX, lo convierten en una referencia de la unión entre automóvil, arte, arquitectura, diseño y sociedad. En pocos sitios como en el GM Tech Center se ha construído la historia reciente no sólo de la cultura popular, sino también, de algún modo, de nuestras ciudades.

En primer lugar, algo que resultó revolucionario en el planteamiento de GM es la idea de crear una auténtica "ciudad" destinada al diseño de automóviles. Aunque en los años 20 Ford ya había construído inmensos complejos productivos diseñados por Albert Kahn, cuyo impacto fue tal como para tener repercusiones al otro lado del Atlántico en el Lingotto de Matte - Trucco para Fíat, en realidad el concepto de "Centro de Investigación" no había sido plenamente desarrollado. O, para ser justos, ya había sido explorado por la propia GM en su finca de Warren, en el centro de investigación y desarrollo que había puesto en funcionamiento Charles Kettering en los años 20. El nuevo proyecto, salido de la importante renovación de la industria estadounidense posterior a la Segunda Guerra Mundial, pretendía hacer del diseño y la innovación técnica un estandarte con el que situarse a la vanguardia industrial del mundo. Para ello, y bajo las indicaciones de Harley Earl entre otros, se agruparon los edificios de administración, diseño de carrocerías e interiores, ingenierías y pruebas, de modo que el trabajo en el desarrollo de los modelos fuese más eficiente. Y no sólo en lo que toca a los modelos de producción, sino también en cuanto a los prototipos que alimentarían las fantasías sobre el futuro de la automoción para los próximos cincuenta años, al tiempo que excitarían la cultura popular en los shows itinerantes llamados "Motorama", que la marca ideó para dar a conocer sus investigaciones.

El proyecto fue originalmente encargado al padre de Eero, el arquitecto Eliel Saarinen, un serio e interesante arquitecto finlandés emigrado a Estados Unidos e influído por la ola del "Movimiento Moderno" de los Van der Rohe, Gropius o Le Corbusier. El promotor había sido nada menos que Alfred P. Sloan, el directivo de GM que, a finales de los años 20, había comprendido que el modelo de producción de automóviles llevado a cabo hasta la época, sobre todo tras los años del Ford T (1907 - 1929), iba contra los intereses de la industria, para lo cual comenzó a poner en práctica la renovación anual de modelos a base de pequeños detalles, que aún hoy en día se aplica entre los fabricantes de automóviles. Sloan escogió a Eliel Saarinen en 1949 para la creación de este centro técnico, pero la muerte de éste en 1950 hizo que pasase a ocuparse del proyecto su hijo, Eero, que en aquellos años comenzaba a despuntar en el despacho de su padre y que, a la muerte del mismo, se convertiría en cabeza visible de uno de los estudios de arquitectura más importantes de Estados Unidos.

Saarinen, como recuerda Nancy Miller, se enfrentó a varios problemas que no resultaba fácil resolver en la unión entre forma y función del edificio. Uno de los más interesantes es el de la luz y el empleo de grandes cristaleras en algunas de las construcciones del centro. Deseaba diseñar espacios de trabajo con una gran capacidad para recibir luz natural, pero al mismo tiempo el norte de Michigan es una zona con largos y fríos inviernos. Como en otras ocasiones, Saarinen se colocó a la vanguardia de la investigación en nuevos materiales aplicados a la arquitectura, especialmente a partir de la utilización de técnicas provenientes de otros sectores. En el caso concreto de las cristaleras del complejo de Warren, Saarinen adoptó un sistema de anclaje flexible de los cristales inspirado en las patentes de parabrisas panorámicos que el propio equipo de Harley Earl había desarrollado para sus coches. Al mismo tiempo, recurrió a un tipo de cristal más resistente a los cambios de temperatura, y con todo ello permitió que grandes muros repletos de cristales apareciesen en algunos de los edificios de trabajo del centro, sin que ello interfiriese en la funcionalidad de los mismos o disparase su coste energético, ya que supo compartimentar los espacios interiores para separar la luz de los cristales del calor o el frío que estos pudiesen transmitir. Saarinen continuó experimentando con el cristal en fachadas, llegando a su máxima expresión en las oficinas centrales de la compañía Bell, donde creó un muro acristalado imponente que se desmaterializaba visualmente casi confundiéndose con el cielo.

Como curiosidad que denota el interés de Saarinen por la innovación técnica en los materiales de construcción, el arquitecto fue el primero en usar el acero Corten como elemento estructural visto de la composición de una fachada, y fue en 1961 en las oficinas centrales de John Deere. El acero Corten, que era una patente de la Sociedad Metalúrgica Americana desde 1932, había permanecido hasta entonces siempre usado en estructuras, pero posteriormente enmascarado para ocultar su aspecto un tanto rudo con el rojo óxido en su capa externa. En cambio Saarinen comprendió que esta cualidad podía ser interpretada en clave estética para la composición de la fachada y elementos visibles del edificio. A día de hoy todavía el acero Corten es usado con frecuencia en muchas construcciones nuevas (por mencionar sólo un ejemplo, la fachada de la planta superior del Caixa Forum de Madrid, firmado por Herzog y De Meuron), e incluso la aparición de este material otorga entre la opinión del público y el gusto de los espectadores una cierta pátina de "modernidad".

Quizá los dos edificios más representativos del Centro Tecnológico de Warren son el gran depósito de agua y la cúpula de prototipos, que se encuentran opuestos uno al otro en los dos extremos del enorme estanque que ocupa el centro de la instalación. El depósito de agua es una parte de la instalación de la fuente del estanque que diseñó Alexander Calder. La cúpula, en cambio, es un espacio de trabajo, en el que se daba forma a los prototipos a escala real, y en el que la luz era muy importante para apreciar las formas de las carrocerías. Para ello, el espacio tiene una parte superior que permite entrar la luz natural, pero que, a través de una serie de plafones, difusores y falsos techos, se convierte en una luz difusa y sin foco principal, pero intensa, que permite definir las formas plásticas con mucha más precisión que el trabajo con focos o puntos de luz más definidos. Pero para la entrada del edificio principal de Diseño, el propio Earl también aportó su granito de arena con el encargo de una obra de arte con pedigrí. Le pidió una escultura al escultor constructivista ruso Antoine Pevsner, que, según sus propias impresiones, se ajustaba bastante a los principios del diseño que él mismo ponía en práctica en GM en aquellos momentos, y la colocó en la entrada de su edificio de diseño, como queriendo invocar algo más que la bondad de la industria para tan faraónico complejo.

Pero algo tuvo el GM Tech Center que le hizo también pionero, en el espacio concebido por Saarinen, y bajo el mando de Earl. Tanto uno como otro tuvieron como importantes colaboradoras a mujeres, algo que en la época era todavía raro en profesionales de alto nivel (en Estados Unidos la incorporación de la mujer al mercado laboral de los trabajos "de cuello blanco", sucedería gradualmente durante la década de los años 50 y 60). Por ello resulta extremadamente interesante, con todas las precauciones que se quieran tomar, el papel de la mujer en los equipos de Harley Earl en el GM Tech Center, y también lo es el hecho de que en la época el equipo de mujeres que éste incorporó al grupo de diseñadores de la marca tuvo una cierta repercusión, aparte de, como no, otorgar una imágen moderna a la marca. Aunque inicialmente los cometidos de este equipo de mujeres estaban limitados al diseño de interiores y el "estilismo" que vestía los coches de producción, con el paso del tiempo se incorporaron a los equipos mayores que trataban de definir los coches del futuro que luego se enseñarían en los "Motorama". El papel de estas mujeres es tan relevante que recientemente el Museo de Historia de la Ciudad de Nueva York ha dedicado un breve encuentro hace unas pocas semanas a estudiar y debatir este objeto, bajo el título "Designing Women: The intersection of Art, Culture and Car Design".

El Centro Tecnológico poseía además edificios administrativos de las diferentes marcas del grupo, que estuvieron decorados en su interior tanto por Saarinen como por Eames, uno de los arquitectos y diseñadores que colaboraban con él. Los espacios interiores fueron diseñados con un gran cuidado y sentido de la estética, pero también con un estilo que el tiempo ha definido como clásico, y que ha soportado el paso del tiempo de forma admirable. No sólo el mobiliario, sino también elementos estructurales como la escalera del edificio de Investigación, estuvieron a la vanguardia de la incorporación de nuevas técnicas y estéticas a la arquitectura, probablemente en muchas ocasiones enfrentando a los directivos de la marca, el director del área de diseño, y el arquitecto del espacio.

El GM Tech Center, por tanto, es un lugar donde se aúnan tantos vectores de la historia del siglo XX que no es extraño que el centro, todavía hoy en funcionamiento y usado con los mismos fines con que se diseñó, sea considerado por las asociaciones y el propio estado de Michigan como parte de su Patrimonio Histórico, y así también lo haya reconocido la propia GM en el cincuenta aniversario del mismo celebrado en 2006. En este lugar se cruzan la historia de la recuperación industrial y económica de Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, y también las consecuencias del "Baby Boom" posterior a la misma. Al tiempo, la historia de la concepción popular del futuro en todo el mundo, la historia de la automoción, aún hasta nuestros días (algunos de los coches por excelencia del siglo XX surgieron de este centro), pero también la intersección entre industria y arquitectura de vanguardia, y la propia redefinición de "Arquitectura de Vanguardia", a la que Saarinen contribuyó en su breve carrera entre 1950 y 1961, año de su muerte. Obras como el GM Tech Center o la terminal TWA del aeropuerto JFK de Nueva York, contribuyeron a crear una nueva imágen de la arquitectura no ya del futuro, sino del presente. Solo que en el GM Tech Center, se obtiene una vuelta de tuerca más, ya que se diseña un espacio del "futuro - presente", con el fin de que en él se diseñen los automóviles del "futuro - presente". Una especie de lugar sagrado de la historia de la arquitectura y el automóvil. Que es la Historia al fin y al cabo.


















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