07 octubre 2010

Del volante al objetivo. Walter de Silva diseña una Leica

Durante décadas, los diseñadores de coches han permanecido más o menos en el anonimato, con contadas excepciones. Aparte de los Porsche, Bertoni, Issigonis o Giugiaro, la lista de diseñadores que se han hecho conocidos entre el público más generalista es escasa, y eso sin tener en cuenta todos los talleres que en los inicios de la automoción se llamaban "carroceros", y que son los grande olvidados de una época. Sin embargo en los últimos cinco o diez años, y en el marco de un cambio de rumbo de las industrias de automoción para mantener sus mercados en una nueva coyuntura mundial en torno a la movilidad y la energía, los diseñadores han ido haciéndose cada vez más populares, y siendo cada vez más destacados por sus los fabricantes para los que trabajan, en un afán por recurrir al diseño de calidad como argumento de ventas. Probablemente los dos diseñadores más influyentes de los últimos veinte años han sido Chris Bangle, ex-director de diseño de BMW, y Walter de Silva, ex diseñador en Fiat para Alfa Romeo, y actual jefe de diseño del grupo VW, donde ha creado algunos diseños fundamentales para Audi. Estos dos diseñadores han sido relevantes por razones diferentes. El primero, por el importante papel que ha dado al diseño más atrevido en una marca de prestigio como BMW. El segundo, aunque ha diseñado importantes vehículos de alta gama, en mi opinión es relevante por los aspectos del diseño que ha incorporado en vehículos de gama media tanto en Alfa como en VW, y dentro de esta, en Seat.

Ahora de Silva, el hombre que reinventó el concepto del diseño en un fabricante de coches populares como Seat, se ha involucrado en un proyecto relacionado estrechamente con el lujo, pero también con el arte de algún modo. Se trata del diseño de una cámara fotográfica, como ya hicieron en su día diseñadores fundamentales como Giorgio Giugiaro o Luigi Colani. Pero en esta ocasión, la marca de la cámara no es baladí, porque está estrechamente ligada a la historia de la fotografía, por la cantidad de fotógrafos importantes para la historia del Arte que se han servido de ellas para captar sus imágenes. La máquina es, por supuesto, una Leica.

En realidad, el trabajo de Walter de Silva y su equipo de diseño en Audi ha sido reinterpretar el modelo ya existente de la Leica M9, añadiendo algunas características especiales a su diseño, aparte de un cuerpo de titanio. Sin embargo, el precio de la cámara, nada menos que 31000 dólares, ubica a este experimento en un terreno que está bien lejos de lo popular, y alejado de los interesantes rasgos que De Silva otorgó a la imagen de diseño de Seat. Evidentemente nos encontramos ante una alianza comercial en la que dos marcas, Walter de Silva y Leica, se unen para crear un objeto que tiene que ver con el lujo y el prestigio. Ese concepto tan difícil de definir, que no tiene que ver con el precio pero esta relacionado con el, no tiene que ver con la exclusividad pero vive de ella, y que está revestido de componentes irracionales que tienen mucho de ritual. Algo de lo que Deyan Sudjic habla en su "El lenguaje de las cosas", y que es tan distinto en cada momento.

El caso es que De Silva entra con este proyecto en una escala distinta de diseñadores a la que habrá que atender. Hasta ahora ha sido un "hombre de marca", dedicado a los productos de Alfa Romeo y grupo VAG. En adelante, con esta colaboración, probablemente saltará a un nuevo campo del diseño en sentido amplio, y habrá que atender a sus creaciones. Porque si en los últimos años ha sido relativamente sencillo ver a diseñadores especializados en otros campos creando coches (el caso de Camilo Pardo y el nuevo Ford GT40), será interesante ver lo que puede dar de sí en el campo de los bienes de consumo generales un diseñador de coches, y sobre todo uno tan reputado como Walter de Silva.